Descubren que el cerebro adulto mantiene su capacidad de generar nuevas neuronas


Se identificaron células progenitoras activas en el hipocampo, lo que sugiere oportunidades para terapias innovadoras en enfermedades como el Alzheimer y trastornos psiquiátricos


Categoría: INVESTIGACIONES

Buenos Aires-(Nomyc)-Durante décadas, se debate sobre si el cerebro humano adulto ¿puede producir nuevas neuronas o al alcanzar la madurez, este órgano queda sellado, condenado a un lento deterioro? y la ahora la respuesta  es clara: según un nuevo estudio del Instituto Karolinska de Suecia, publicado en la revista Science y reportado por la propia institución, el cerebro adulto “no solo conserva la capacidad de generar neuronas, sino que lo hace de forma constante en una de sus regiones más importantes: el “hipocampo”, centro de la memoria, el aprendizaje y las emociones”.

 

Este hallazgo, redefine la comprensión de la plasticidad cerebral, es decir la capacidad del cerebro para adaptarse y cambiar y también, abre una puerta prometedora a terapias que podrían, en el futuro, ayudar a combatir enfermedades neurodegenerativas y trastornos mentales.

Según informó el Instituto Karolinska, “esta capacidad regenerativa no es un residuo del desarrollo infantil, sino un mecanismo activo que acompaña al ser humano a lo largo de toda su vida”.

 

Evidencia directa de neurogénesis en adultos: el estudio, liderado por Jonas Frisén, profesor de Investigación de Células Madre del Instituto que otorga los Premios Novel, demuestra que en el hipocampo adulto existen “células progenitoras neuronales, precursoras directas de las neuronas maduras” y estos resultados resuelven un debate científico que se mantenía abierto desde hace más de medio siglo.

 

“Hemos podido identificar estas células de origen, lo que confirma que hay una formación continua de neuronas en el hipocampo del cerebro adulto”, declaró Frisén, según el Karolinska. 

 

Dicho de otra manera, el cerebro adulto no es un “edificio terminado”, sino un “organismo en remodelación constante”, que levanta nuevas estructuras internas para adaptarse al entorno de manera constante.

 

Nuevas tecnologías al servicio del cerebro: descubrir esto, el equipo que investigó, utilizó un conjunto de tecnologías avanzadas que permitieron estudiar el tejido cerebral con un nivel de detalle sin precedentes. 

 

El análisis se basó en muestras de cerebros humanos de personas entre 0 y 78 años, recolectadas en biobancos internacionales, lo que permitió observar cómo evoluciona la generación de neuronas desde la infancia hasta la vejez.

 

Entre las herramientas utilizadas destaca la secuenciación de ARN de núcleo único, que permite identificar qué genes están activos en células individuales y también emplearon citometría de flujo para clasificar las células según sus propiedades y técnicas de localización génica, como RNAscope y Xenium, que mostraron en qué zonas del hipocampo, en especial el giro dentado, ocurría esta neurogénesis.

 

El uso de algoritmos de aprendizaje automático, permitió integrar toda la información y reconstruir las etapas del desarrollo neuronal: desde la célula madre hasta las neuronas jóvenes que están en pleno proceso de maduración, en un enfoque que combinó ciencia de datos con biología molecular para ofrecer una imagen clara del proceso regenerativo en el cerebro humano adulto.

 

Sobre si ¿todas las personas generan nuevas neuronas por igual?: una de las revelaciones más interesantes del estudio es la “variabilidad individual”, ya que algunos cerebros adultos mostraban una abundante presencia de células progenitoras, mientras que otros, apenas registraban actividad regenerativa, lo que sugiere que la capacidad de generar nuevas neuronas, podría estar influida por “factores genéticos, ambientales o de salud.

 

Además, el estudio comparó estas células humanas con las de ratones, cerdos y monos, lo que reveló muchas similitudes, pero también diferencias en los genes que se activan durante la neurogénesis, lo que a su vez, refuerza la idea de que, aunque compartimos mecanismos biológicos con otras especies, “el cerebro humano presenta una dinámica única”.

 

Una ventana para tratar el Alzheimer y otras enfermedades: las implicaciones médicas del descubrimiento son enormes, ya que el hipocampo está muy involucrado en enfermedades como el Alzheimer, en las que la pérdida de memoria y funciones cognitivas se vincula con la degeneración de neuronas, por lo que si se logra estimular esta capacidad regenerativa de forma segura y controlada, se podrían desarrollar “tratamientos que fomenten la formación de nuevas neuronas en pacientes afectados por estas patologías.

 

“Nuestra investigación también podría tener implicaciones para el desarrollo de tratamientos regenerativos que estimulen la neurogénesis en trastornos neurodegenerativos y psiquiátricos”, señaló Frisén, en declaraciones difundidas por el Instituto Karolinska.

 

Para entender la dimensión de este hallazgo, hay que imaginar que el cerebro es como una biblioteca y aunque antes se creía que, con el paso de los años, esa biblioteca solo podía perder libros, ahora se sabe que puede continuar con la incorporación de contenidos, adaptados a las necesidades del presente.

 

Un avance impulsado por la colaboración científicael proyecto fue posible gracias a la participación de un equipo internacional y junto a Jonas Frisén, colaboraron Ionut Dumitru y Marta Paterlini, también del Instituto Karolinska, junto con expertos de la Universidad Tecnológica de Chalmers, en Suecia. 

 

El acceso a muestras de distintas edades y orígenes, proporcionadas por biobancos globales, fue clave para dar solidez a los resultados y desde el Instituto Karolinska se subrayó que la combinación de experiencia interdisciplinaria, tecnología de última generación y colaboración internacional “fue crucial para llegar a esta conclusión” y según Frisén, “esto nos aporta una pieza clave para comprender cómo funciona y cambia el cerebro humano a lo largo de la vida”.

 

Este descubrimiento no solo reconfigura nuestra visión del cerebro adulto, sino que también reafirma una verdad más amplia: “el ser humano, incluso en su etapa más madura, conserva un potencial de cambio que aún estamos empezando a comprender” según señalaron desde el Instituto.

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