Un experimento demuestra una teoría de 2016: se puede aprovechar la rotación de la Tierra para generar electricidad, aunque por ahora solo de manera testimonial
Buenos Aires-(Nomyc)-El verano de 2016, dos físicos estadounidenses, Christopher F. Chyba, de la Universidad de Princeton y Kevin P. Hand, del Laboratorio de Propulsión a Chorro de la NASA, publicaron en la revista Physical Review Applied una propuesta que, en ese momento, parecía más ciencia ficción que una hipótesis seria, que señalaba que “era posible generar electricidad gracias al movimiento de rotación de la Tierra” con un dispositivo capaz de interactuar con el campo magnético terrestre, más allá de la ambición de la idea, pocos científicos les dieron crédito.
Pero Chyba y Hand no se dieron por vencidos y durante casi una década, continuaron con el trabajo para demostrar que su teoría no era una locura y con el tiempo, se les unió un tercer científico, Thomas H. Chyba, que hoy investiga en Spectral Sensor Solutions, de Albuquerque, Nuevo México, una empresa especializada en sensores para detectar amenazas químicas, nucleares, biológicas y radiológicas.
Experimento que da la razón: por último, el 19 de marzo pasado, los tres físicos publicaron en Physical Review Research un nuevo artículo en el que presentan los resultados de un nuevo experimento y construyeron el dispositivo que teorizaban en 2016: “un cilindro de ferrita de manganeso y zinc que actúa como un escudo magnético”.
El dispositivo está orientado en dirección norte-sur con un ángulo de 57 grados para que esté perpendicular tanto al movimiento de rotación de la Tierra como a su campo magnético y en cada extremo del cilindro, colocaron electrodos para medir el voltaje generado.
El resultado: detectaron 18 microvoltios de electricidad sin ninguna otra fuente de energía implicada, lo que se interpreta como que esta pequeña carga, solo puede ser originada por la interacción entre el dispositivo y la rotación del planeta.
En su momento, los críticos de la idea, argumentaban que cualquier voltaje de este tipo se cancelaría al reposicionarse los electrones, pero el experimento demuestra que se puede capturar y medir este voltaje.
Pequeño voltaje, gran posibilidad: es evidente que 18 microvoltios no tienen aplicaciones prácticas inmediatas, ya que son una cantidad ínfima, pero el valor de este experimento no radica en la magnitud del voltaje, sino en la confirmación de que la propuesta inicial era viable, por lo que ahora, el objetivo de los investigadores es encontrar la tecnología para obtener mucha más electricidad, suficiente para que sea útil.
Aun así, hay que ser prudentes: el experimento debe ser replicado por otros científicos y en condiciones diferentes para asegurar que ninguna otra fuente de energía externa ha influido en los resultados, pero si se confirma, podríamos estar ante una nueva forma, totalmente inesperada, de generar energía.
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