Se encuentra aprobado en el país para su comercialización un biosimilar de Agalsidasa beta, una terapia de reemplazo enzimático para el tratamiento de la enfermedad de Fabry
Buenos Aires-(Nomyc)-La enfermedad de Fabry es una enfermedad genética causada por la deficiencia, total o parcial, de una enzima llamada “Alfa-galactosidasa A” o “α-Gal A, que degrada un lípido cuyo nombre es Globotriaosilceramida, Gb3 o GL3 y cuya “ausencia lleva genera acumulación de lo que nosotros llamamos `glicolípidos`, dentro de estructuras intracelulares denominadas lisosomas. Este acúmulo, va a generar daño en distintos órganos” explica Juan Manuel Politei (MN 102.741), médico neurólogo y miembro de la Fundación SPINE.
La acumulación de estos lípidos puede generar daño en órganos como el cerebro, corazón y riñón por lo que quienes la tienen “son pacientes que pueden tener un accidente cerebrovascular (ACV) a edad temprana, miocardiopatía hipertrófica o ´corazón grande´, insuficiencia renal y necesitar diálisis aproximadamente a los cuarenta años” amplía Fernando Perretta, nefrólogo, clínico, intensivista y Director médico NEFRA Medical Care Escobar.
Sobre la patología: la enfermedad de Fabry es una de las consideradas enfermedades poco frecuentes (EPOF), definidas como aquellas patologías cuya prevalencia en la población es igual o inferior a 1 persona cada 2000 nacidos.
“Se estima que la prevalencia en el país es de unos 1200/1500 pacientes, de los cuales solo unos 900 están diagnosticados y unos 600 en tratamiento. Si bien ha mejorado el tiempo del recorrido del paciente para llegar al diagnóstico, aún es una enfermedad de difícil diagnóstico”, describe Politei.
“Al ser una enfermedad poco frecuente y sus síntomas inespecíficos la odisea diagnóstica puede llegar incluso a las dos décadas”, agrega el especialista.
Hay 2 formas de enfermedad de Fabry: su forma “Clásica”, que aparece en la niñez y su forma tardía que aparece en la edad adulta, por lo que en el primer caso, la detección temprana en la infancia es clave para mitigar los efectos a largo plazo de la enfermedad.
De manera habitual, el diagnóstico en la niñez se realiza a través de la identificación por parte del pediatra de algunos signos y síntomas específicos y “el dolor de las extremidades es un dolor que ´quema´, es muy intenso y se produce porque hay una alteración de los capilares sanguíneos que comprometen los nervios periféricos”, detalla el doctor Norberto Guelbert (MP 13.350), médico pediatra, Jefe del servicio de enfermedades metabólicas de la Clínica Universitaria Reina Fabiola de Córdoba.
“Los angioqueratomas aparecen en la zona del traje de baño, sobre todo periumbilicales y zona genital; también hay un compromiso de las glándulas sudoríparas y es por esto que son pacientes que no transpiran, incluso en situaciones de calor intenso; otro signo de alerta en pediatría incluyen gastroenteritis y diarreas recurrentes” explica sobre otros síntomas
En su forma “Tardía”, las manifestaciones aparecen a partir de los 30 o 40 años y su diagnóstico, suele presentarse cuando la enfermedad avanzó y complica la función de ciertos órganos como el corazón o el riñón y el daño renal, es una de las complicaciones más graves de la patología, ya que el acúmulo de estos lípidos en este órgano, puede llevar a una insuficiencia renal con necesidad de diálisis o trasplante.
“Tenemos que recordar que se comporta como una enfermedad crónica, progresiva y multisistémica, y que es importante detectarla tempranamente porque deteriora la calidad vida de los pacientes” explica Erika Nieto médica clínica y nefróloga, coordinadora de nefrología en el Ministerio de Salud de La Rioja.
“La calidad de vida se ve afectada desde muy temprana edad. De no intervenir con tratamientos específicos la expectativa de vida se acorta de manera drástica”, coincide el doctor Norberto Antongiovanni (MN 91.600), especialista en Medicina Interna y Nefrología del Instituto de Nefrología de Clínica Pergamino.
En el caso de la enfermedad cardíaca, otra de las complicaciones importantes de la enfermedad de Fabry, el doctor Gustavo Cabrera, cardiólogo, responsable del Departamento de Enfermedades Lisosomales del Centro Médico Santa María de la Salud de San Isidro destaca “si bien puede confundirse con otras afecciones, hay `banderas rojas" que nos permiten identificarla`”.
“Hubo mucha divulgación científica en nuestro ámbito y estrategias que se llevaron adelante como la pesquisa en pacientes con miocardiopatía hipertrófica o hipertrofia ventricular izquierda de causa desconocida, dado que el uno por ciento de estos pacientes suele ser Fabry” continúa Cabrera.
Esta es una patología que afecta a hombres y a mujeres, pero tiene un patrón de herencia ligado al cromosoma X por lo que en las mujeres puede presentarse con menor severidad sobre lo que Juan Muraro, cardiólogo de la provincia de La Rioja explica “en los hombres, al tener un solo cromosoma X, la sintomatología es más evidente, mientras que, en las mujeres, el doble cromosoma X permite que la manifestación pueda ser más leve”.
“Las mujeres afectadas pueden ser sintomáticas o asintomáticas, pero en el caso de los hombres que heredan ese cromosoma X mutado, son siempre sintomáticos”, amplía Guelbert.
La mejora en los diagnósticos ha sido clave, y el avance en las pruebas genéticas y los métodos de detección precoz han permitido una mayor identificación de casos.
“El diagnóstico puede realizarse buscando la enzima faltante o deficiente en sangre con un análisis muy sencillo. También puede recurrirse, especialmente en las mujeres por ser una enfermedad ligada al cromosoma X, a un estudio molecular investigando el gen que codifica esta enzima. Hoy sabemos que hay más de 1.200 variantes genéticas causantes de la enfermedad y pueden comportarse de forma diferente”, detalla Perretta.
Al ser una enfermedad hereditaria, es muy importante evaluar a toda la familia a partir de un primer diagnóstico, ya que “una vez realizado el diagnóstico de un paciente o `caso índice`, es fundamental la búsqueda de otros casos dentro del árbol genealógico familiar que pueden ser asintomáticos o con síntomas leves” agrega Cabrera.
La posibilidad de un tratamiento para esta enfermedad es bastante nueva y se remonta a la década de 2000, con la aprobación de las terapias de reemplazo enzimático (TRE) .
“Como su nombre lo indica, lo que recibe el paciente en el tratamiento es el reemplazo de la enzima faltante. Esto permite, dependiendo del momento del diagnóstico, detener o retrasar el avance de la enfermedad, evitar o prevenir el daño progresivo de los órganos, aliviar los síntomas y brindarle al paciente una mejor calidad de vida”, detalla Muraro.
El tratamiento depende de cada paciente y de distintas variables como puede ser su forma clínica, la presencia o no de síntomas o el grado de daño orgánico al momento del diagnóstico.
“En nuestro país tenemos dos tipos de tratamientos, el endovenoso, que consiste en darle la enzima faltante cada dos semanas y la terapia oral, en días alternos, únicamente para determinados pacientes con funcionalidad deficiente de la enzima, con menos del cuarenta por ciento de los diagnosticados”, amplia Perretta.
Novedad terapéutica y mayor acceso al tratamiento: Argentina desarrolló el primer biosimilar de la región de una de las terapias de reemplazo enzimático: la agalsidasa beta.
“Este desarrollo es muy importante, no solo para Argentina, sino para otras partes del mundo donde el acceso al tratamiento está restringido por su alto costo económico, ya que al ser medicamentos muy específicos destinados a pocos pacientes, todas las terapias para las Enfermedades Poco Frecuentes, requieren años de investigación, complejos estudios previos, y una elevada inversión” explica Antongiovanni.
“La posibilidad de contar con un producto biosimilar que nos asegura la misma eficacia y seguridad, va a permitir mayor competencia y más gente podrá acceder al tratamiento", agrega el Nefrología del Instituto de Nefrología de Clínica Pergamino.
La biosimilaridad de Agalsidasa beta desarrollada por Biosidus fue demostrada en un completo programa de ensayos preclínicos en los cuales se observó un alto grado de similitud con el producto de referencia en relación a todas las propiedades fisicoquímicas y biológicas analizadas.
Además, en el estudio clínico de Fase I, demostró un perfil farmacocinético, farmacodinámico, inmunogénico y de seguridad comparable con el producto innovador. Finalmente, los datos del Estudio de Fase III SMILE, realizado íntegramente en el país y del que participaron pacientes argentinos de centros de investigación de las provincias de Buenos Aires, Córdoba y La Rioja, mostraron que la agalsidasa beta desarrollada por Biosidus es un producto biosimilar eficaz y seguro para el tratamiento de la enfermedad de Fabry.
“Este biosimilar cumple con todas las normativas y criterios regulatorios, fases clínicas y preclínicas, y ha demostrado seguridad y eficacia. Es un logro nacional muy importante” enfatiza Politei.
“Esto marca el punto de partida para el desarrollo de futuros tratamientos” asegura el doctor Sergio Lucca (MP 2.833) cardiólogo y director médico del Instituto de medicina endovascular de La Rioja.
“Los biosimilares son una necesidad hoy en todo el mundo. Tener una plataforma para este tipo de drogas, nos va a permitir también como país crecer en el desarrollo de otras terapias para otras enfermedades poco frecuentes” coincidió Politei.
Los doctores Politei, Perretta, Cabrera y Antongiovanni participaron del estudio SMILE en centros de la provincia de Buenos Aires. El doctor Guelbert en Córdoba y los doctores Nieto, Muraro y Lucca en el centro CORI de La Rioja.
Biosidus apuesta al desarrollo y producción en Argentina de biosimilares de alta calidad para su comercialización local e internacional y exporta a más de 50 países, consolidando su presencia en Asia, África, América Latina y Europa del Este.
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