Una misión al foco gravitatorio del Sol para estudiar exoplanetas similares la Tierra
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Saliendo de nuestro sistema solar, a casi medio camino de la estrella más cercana se encuentra una región fascinante y aunque a primera vista no tiene nada de especial  en esta zona la Relatividad General de Einstein nos brinda la oportunidad de usar nuestra estrella como si fuese un enorme telescopio
Buenos Aires-(Nomyc)-Un telescopio tan grande que, en teorÃa, podrÃamos ver los detalles de los continentes y océanos de un hipotético planeta similar a la Tierra situado a decenas de años-luz. Hablamos del punto focal del Sol.
Albert Einstein nos enseñó que cualquier objeto con masa distorsiona el espacio-tiempo y, por tanto, es capaz de desviar la luz a su alrededor, por lo que técnicamente decimos que la luz viaja a lo largo de una geodésica, es decir una ‘lÃnea recta’, en un espacio-tiempo tetradimensional.
Para objetos de pequeña masa como cientÃficos o planetas, el efecto es despreciable, pero no asà para estrellas y otros objetos masivos y ya en 1979 Von Eshleman propuso aprovechar el efecto de lente gravitatoria predicho por la Relatividad General para usar el Sol como un gigantesco telescopio.
Pero serÃa el investigador italiano Claudio Maccone el principal validador de esta propuesta ya que desde los años 80 se ha convertido en el adalid de una misión al punto focal del Sol denominada FOCAL, un concepto que ha sufrido sucesivas mejoras a lo largo de los años, aunque, el uso del Sol como telescopio no es nada sencillo y  un reciente trabajo Geoffrey Landis (NASA), nos recuerda por qué.
De entrada, y a pesar de la contradicción, hay que entender que el ‘punto focal’ del Sol no es un punto, sino la superficie de una esfera. El segundo problema es la lejanÃa. Con el fin de poder usar el Sol como un enorme anteojo debemos alejarnos a una distancia mÃnima de unos 83 mil millones de kilómetros, es decir unas 550 Unidades Astronómicas.
Para que nos hagamos una idea, Neptuno se encuentra a 4500 millones de kilómetros, unas 30 UA del Sol. O sea que, una misión al punto focal serÃa casi una misión interestelar.
Otro factor que suele pasar desapercibido es que 550 UA es la distancia mÃnima con la que seremos capaces de usar el Sol como lente, ya que esta distancia es aquella que corresponde a los rayos de luz focalizados que pasan justo rozando el borde de la fotosfera solar, es decir la ‘superficie’ visible del Sol.
A mayores distancias es posible seguir usando el Sol como telescopio, pero verÃamos los rayos de luz que pasan por el Sol a cada vez más distancia. Como veremos, lo ideal es situar nuestra sonda más allá de esta distancia mÃnima.
Aún en el caso de se fuéramos capaces de llegar hasta el ‘plano’ focal del Sol, una misión que con la tecnologÃa actual requerirÃa de varias décadas de viaje, el principal problema es que debemos saber qué vamos a observar con antelación.
La superficie de la esfera del plano focal es tan brutalmente extensa que tardarÃamos siglos o milenios en cubrirla. Por lo tanto, tenemos que estar totalmente seguros de que el objetivo vale la pena. Lo único que justificarÃa una misión asà serÃa una Tierra 2.0 en la que los telescopios terrestres hubieran detectado en su atmósfera la existencia de biomarcadores compatibles con la vida.
Incluso si este es el caso, utilizar el Sol como telescopio no es nada sencillo ya que en primer lugar deberemos bloquear la luz del propio Sol si queremos ver algo, asà que serÃa necesario usar un coronógrafo u ocultador independiente.
Más difÃcil será el bloqueo de la luz de la estrella del exoplaneta, que estará a tan solo un segundo de arco de distancia, asà como la difusa luz zodiacal procedente del sistema planetario objeto de estudio.
Más allá de esto, aunque tapemos el Sol tendremos que hacer frente al brillo de la corona solar y una forma directa de bloquearla es emplear un coronógrafo con un diámetro mayor al tamaño aparente del Sol, lo que implica situar nuestra sonda desde una distancia mayor a la distancia mÃnima del plano focal, con la dificultad de que la corona solar no tiene una frontera clara y tendrÃamos que poner el lÃmite en función de la relación señal-ruido que más nos convenga.
La Relatividad General nos dice que la imagen del hipotético exoplaneta estará distorsionada formando un anillo de Einstein pero presenta un pequeño inconveniente, ya que podrÃamos pensar: usando el algoritmo adecuado no deberÃamos tener problemas a la hora de reconstruir la imagen hasta que tenga una forma reconocible. SÃ, pero el inconveniente es que el anillo de Einstein en cuestión cubrirá una superficie de varios kilómetros cuadrados.
Por ejemplo, para un planeta de tamaño terrestre situado a diez años luz, el anillo de Einstein en el punto focal tendrÃa unos 13 kilómetros de diámetro. Un telescopio en el punto focal del Sol verÃa, por lo tanto, solo un trozo del exoplaneta. Si el telescopio tuviera un metro de diámetro observarÃamos un área de un kilómetro de diámetro en la superficie de un planeta localizado a diez años luz.
A no apurarse                                                                                                       Porque primero debemos saber con una precisión exquisita la posición del exoplaneta alrededor de su estrella en cada momento y calcular asà dónde se encontrará el anillo de Einstein en el plano focal. La precisión de apuntado serÃa del orden de 0,1 nanoradianes. O lo que es lo mismo, una burrada.
Hasta ahora no hemos tenido en cuenta que el planeta se mueve en su órbita alrededor de su estrella e imaginemos que su velocidad de traslación sea de unos 30 km/s, como la Tierra.
En ese caso, la sección de un kilómetro de diámetro que estábamos observando tan plácidamente se saldrá de nuestro campo de visión en tan solo 33 milisegundos, y el planeta entero en 42 segundos.
Pese a todo, esto no significa que no seamos capaces de observar nuestro objetivo ya que simplemente podemos colocar nuestra sonda-telescopio en una zona y esperar que cruce la imagen del anillo de Einstein del exoplaneta. Ahora bien, esto únicamente nos permitirá cartografiar una pequeña franja del planeta.
Para observaciones más elaboradas deberÃamos seguir la imagen del planeta mientras se mueve por el plano focal. Para ello la nave tendrÃa que ejecutar una maniobra con una Delta V de 200 m/s a lo largo de un año, una cifra solo al alcance de un sistema de propulsión muy eficiente, o sea, con un impulso especÃfico muy alto.
Aún en el caso de que seamos capaces de superar todas las barreras teóricas y tecnológicas antes mencionadas, la imagen observada estarÃa ligeramente borrosa debido a las diversas limitaciones prácticas.
Se puede contrarrestar este efecto con técnicas de deconvolución adecuadas, pero en todo caso no podrÃamos alcanzar resoluciones del orden de kilómetros. La resolución precisa dependerá de muchos parámetros, pero rondarÃa los cientos de kilómetros aproximadamente.
Teniendo todo esto en cuenta, resulta evidente que una misión al punto focal del Sol no es tan atractiva como pudiera parecer a primera vista. ¿Vale la pena tanto esfuerzo para obtener una imagen distorsionada de un planeta con una resolución relativamente baja? Obviamente, a dÃa de hoy la respuesta es no.
Siempre será más fácil destinar los recursos de una misión de este tipo para construir un telescopio espacial de gran tamaño con un ocultador externo o un sistema interferométrico capaz de obtener datos de nuestra Tierra 2.0, con la ventaja adicional de que un sistema de este tipo podrÃa emplearse para estudiar muchos otros objetivos en la bóveda celeste.
Otra posibilidad, a pesar de todo, siempre existe la posibilidad de realizar una misión al punto focal más modesta con el objetivo de realizar observaciones en el espectro de radio, es decir el efecto de lente gravitatoria afecta a todas las longitudes de onda o para poner a prueba una vez más la Relatividad General.                                                                                      Nomyc-27-4-16