Sugieren mejoras sociales, económicas y nutricionales para el bienestar de los mayores de 60

Se estima que para 2050 en nuestro país habrá más personas adultas mayores que niños menores de 14 y se observa que entre los mayores el grupo que más está creciendo es el de 80 años por lo expertos remarcan la necesidad de promover políticas públicas y estilos de vida saludables para que puedan vivir en plenitud los años ganados que tras analizar toda la información epidemiológica disponible para este grupo etario 

Buenos Aires–(Nomy)-El envejecimiento poblacional es una realidad a la que parece prestársele poca atención, pero presenta desafíos crecientes, por lo que requiere de un análisis profundo para determinar la implementación de políticas públicas concretas y promover que esos años de vida ganados sean saludables y puedan vivirse en plenitud para la mayoría de la población. Con ese espíritu, días atrás se realizó el encuentro científico sobre este tema titulado “Desafíos actuales para lograr un envejecimiento activo y saludable”.

La reunión, convocada por la Universidad ISALUD y el Centro sobre Envejecimiento Activo y Longevidad (CEAL), y que contó con el auspicio de Nutricia Bagó, tuvo por objetivo comprender y actualizar la situación y las tendencias actuales en materia de salud y nutrición durante la vida adulta, explorar información sobre adultos, envejecimiento saludable y enfermedades de las personas mayores, e identificar temas sin información o con información incompleta.

El proceso de envejecimiento de la población argentina se inició a mediados del siglo pasado y la novedad de los últimos años es el incremento sostenido de la población mayor de 80 años, conocido como “el envejecimiento del envejecimiento”, resultado de la disminución de las tasas de mortalidad en edades avanzadas.

“Este nuevo escenario plantea importantes desafíos para los sistemas económicos, sociales y de salud; las familias y las ciudades que deben producir las transformaciones necesarias para asegurar la inclusión efectiva de los ciudadanos mayores, para asegurar que las personas mayores puedan disfrutar plenamente los años de vida ganados y envejecer con dignidad”, sostuvo Silvia Gascón, directora del Centro de Envejecimiento Activo y Longevidad de la Universidad Isalud, y Directora del proyecto.

Se estima que la población de adultos mayores de la Argentina, de 60 años y más, pasará de los 5.7 millones que había en el año 2000 a 7.7 millones para el año 2025 y llegará a 12.4 millones para 2050 y por primera vez, y quizás para siempre, habrá más personas mayores de 60 que menores de 14 años.

Para la realización del proyecto, los especialistas incluyeron el análisis de 1031 trabajos sobre el tema, de los cuales se seleccionaron 151 publicaciones y según Eugenia Maciero, Investigadora y Coordinadora general del proyecto

“la información sobre el estado nutricional de la población de adultos mayores es escasa y el procesamiento de datos muchas veces se limita a la población hasta los 50 años y los estudios e investigaciones nacionales no toman como foco específico a los mayores de esta edad”.

Sin embargo, el proyecto recabó información pormenorizada sobre el estado de situación actual de los adultos mayores en nuestro país y “en cuanto al estado de su cobertura social, 1 de cada 3, es decir un  36 por ciento no tiene ni obra social ni prepaga, y la consideración sobre su estado de salud es ‘regular o mala’ en el 46,9 por ciento de las personas de 75 años y más y en el 38,1 por ciento de los que tienen entre 60 y 74 años; 1 de cada 2 en el grupo de mayores de 65 tiene algún problema de salud y considera negativa la atención recibida”, indicó Gascón.

Si bien el nivel socioeconómico, el grado educativo alcanzado, el género, los estilos de vida, la cobertura previsional y de salud, las redes de apoyo social y el entorno en el que viven se configuran biografías personales muy diferentes, los especialistas afirmaron que “la mayoría de las personas mayores son independientes y pueden realizar sin ayuda de terceros las actividades de la vida diaria y por ello, no resulta correcto considerarlos un sector homogéneo que sólo requiere servicios de apoyos o cuidados”.

Asimismo, destacan que “la autonomía, que es el derecho a decidir sobre la propia vida, así como todos los derechos, no se pierde con los años y es necesario reconocer esta capacidad”.

Según la 4ta Encuesta Nacional de Factores de Riesgo del Ministerio de Salud de la Nación de 2018, entre los mayores de 65 años se registraron mediante mediciones bioquímicas y antropométricas y autorreporte los siguientes valores: colesterol elevado, 40,9 por ciento; hipertensión, 63,8 por ciento; glucemia elevada, 14,4 por ciento y exceso de peso, 79,7 por ciento; consumo de tabaco, 10,2 por ciento; déficit de actividad física, 71,1 por ciento; y consumo de 5 o más porciones diarias de frutas y verduras, solo el 8 por ciento.

Entre los determinantes que influyen en la alimentación y el estado nutricional de las personas mayores, se estableció la presencia de algunas funciones sensoriales disminuidas como la audición, la visión, el olfato, la percepción del gusto e incluso menor salivación y la pérdida de piezas dentarias.

Pero también se notó que una ingesta dietética inadecuada puede relacionarse con causas fisiopatológicas en conjunto con problemas sociales, económicos, psicológicos y funcionales y sobre esto,Paula Mizrahi, Nutrición e Investigadora remarcó que “en las personas adultas mayores, tanto las deficiencias motoras, visuales y auditivas como la dependencia de terceros en la compra y preparación de las comidas repercuten en una menor motivación hacia el acto de comer”.

“Las condiciones de salud en esta población se ven alteradas por enfermedades crónicas no transmisibles como las cardiovasculares, oncológicas, respiratorias, metabólicas y neurodegenerativas, en conjunción con síndromes geriátricos como los trastornos cognitivos, de la movilidad, la polifarmacia y la malnutrición”, destacó Matías Manzotti, Jefe de la Sección Geriatría del Servicio de Clínica Médica del Hospital Alemán. 

Entre los trastornos digestivos, los síntomas más frecuentes reportados en el trabajo fueron: acidez, dispepsia, flatulencia, distensión abdominal, dolor abdominal inespecífico, hinchazón, dolor de estómago y estreñimiento.

La disminución de la secreción de saliva afecta a entre el 29 y 57% de los adultos mayores, con sintomatología de ardor y dolor bucal. Se destaca también que el 75% de los pacientes que sufrieron un ACV presenta riesgo de disfagia y 1 de cada 2 adultos mayores (53%) tiene mayor dificultad deglutoria.

Sobre esto, A ese respecto,Manzotti aclaró que “el tratamiento de la desnutrición debe dirigirse a la causa subyacente, así como a su modificación dietética, sugiriendo proporcionar suplementos nutricionales orales para pacientes que no recuperan el peso, con ajustes en la preparación de las comidas”.

“Estos son necesarios cuando la ingesta alimentaria no alcanza para cubrir los requerimientos nutricionales del individuo; aquellos ricos en proteínas son de elección en adultos mayores con úlceras por presión, en postoperatorios y con patologías oncológicas, y también para complementar la alimentación en condiciones crónicas o en enfermedades agudas cuando la persona no puede alimentarse adecuadamente con comidas”, subrayó el especialista.

Como conclusiones, el proyecto enumeró “diferentes desafíos a considerar, tanto para la elaboración de políticas públicas, como en aquellas acciones desarrolladas desde la sociedad civil y el sector privado”.

Desde las políticas públicas, se recomienda, entre otras, favorecer la participación de las personas en todas las fases del proceso de formulación, ejecución, monitoreo y evaluación de políticas; asegurar el cumplimiento de los recomendaciones de la Convención Interamericana de Derechos de las Personas Mayores, que en sus artículos 12 y 19 establecen la seguridad alimentaria y nutricional; desarrollar una canasta básica total para medir la pobreza acorde a las necesidades específicas de las personas mayores, que contemple especialmente el gasto en medicamentos y los alimentos adecuados y establecer normativas que regulen el funcionamiento de las instituciones de larga estadía.

Desde la sociedad civil, sugieren generar conciencia de edad en las propias personas mayores, evitando estereotipos negativos; combatir cualquier forma de discriminación; reconocer y responder a la violencia, el abuso y el abandono que experimentan muchas personas mayores; y avanzar en el pasaje de las actividades centradas en la recreación y el uso del tiempo libre hacia aquellas orientadas a la lucha por el ejercicio de los derechos sociales, políticos y civiles de las personas a lo largo de toda la vida. Finalmente, desarrollar ciudades amigables con esta población e integrarlos al mundo digital.

Entre los desafíos para el sector privado, enumeraron buscar su participación en el desarrollo de políticas públicas vinculadas al tema; que los medios de comunicación eviten difundir estereotipos negativos que infantilizan o reducen los roles de las personas mayores al de “abuelo” o “jubilado” o “pasivos”; generar servicios y productos para personas mayores dependientes que incrementen su independencia, y participar en el establecimiento de normas y estándares de calidad en los servicios y productos que ofrecen.

Para lograr un envejecimiento activo y saludable será necesario reconocer las características de las nuevas formas de organización familiar, la importancia del autocuidado, la educación a lo largo de toda la vida, el respeto a la diversidad y promover ciudades amigables con las personas mayores.

Conformaron el equipo de trabajo representantes de la Universidad ISALUD y del CEAL, entre otros, Paula Mizrahi, Lic. en Nutrición e Investigadora, Matías Manzotti, médico, Jefe de la Sección Geriatría del Servicio de Clínica Médica del Hospital Alemán e Investigador; Silvia Gascón, Directora del CEAL, Investigadora Principal; María Eugenia Maciero, bioquímica y Coordinadora General del Proyecto y Matías De Nicola, Médico Veterinario y Coordinador Institucional.

Nomyc-16-2-21

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