Se producirá un descenso de la población mundial y se debe estar preparado para ello, informa The Lancet
Un estudio publicado en la revista científica muestra que el número de nacimientos en el mundo no superará al de muertes, lo que conducirá a una reducción gradual de la población mundial
Buenos Aires-(Nomyc)-El estudio de la fertilidad es fundamental para resolver los desafíos geopolíticos, ambientales, económicos y sociales provocados por los cambios en las tendencias de edad de la población y la migración, ya que tienen un impacto en las políticas que abordan las necesidades de recursos y atención médica, la educación, la oferta laboral, la planificación familiar y la igualdad de género.
El problema está en la capacidad de nuestro planeta para proporcionar los recursos necesarios que garanticen la supervivencia y el bienestar de la población global, con aspectos vitales como el acceso a agua potable, alimentos nutritivos, energía sostenible y gestión de residuos, entre otros.
Debido a ello, las estimaciones precisas y las predicciones futuras de las tasas de fertilidad y su impacto en las estructuras de edad de la población son esenciales para anticipar posibles consecuencias económicas y geopolíticas y para informar el desarrollo de políticas sanitarias, ambientales y económicas efectivas.
Luego de veintiún siglos de crecimiento demográfico puro y duro, de manera especial en el siglo XIX, cuando se produjo un crecimiento demográfico sin precedentes, y en el siglo XX, cuando se experimentó la explosión demográfica más importante de la historia de la humanidad, sin olvidar el siglo XXI, cuando cruzamos el umbral de los 8.000 millones, ahora,
“el escenario empezará a cambiar”.
Según datos del Instituto de Medición y Evaluación de la Salud (IHME) de la Universidad de Washington, publicados en la revista científica The Lancet, en los próximos años se espera un cambio demográfico significativo, una disminución de la población mundial.
En el estudio actual, los investigadores exploraron las tendencias globales de fertilidad en 204 países entre 1950 y 2021, con predicciones para 2100 y en basea a datos del Estudio de carga global de enfermedades, lesiones y factores de riesgo 2021 del IHME, que muestra el presente y el futuro regional, tendencias nacionales y mundiales en materia de fecundidad y nacimientos vivos.
Una región en contraciclon: en general, los países necesitan tener una tasa de fertilidad de 2,1, es decir que el límite mínimo para el relevo generacional es de al menos 2,1 hijos por mujer.
Ahora, el estudio muestra que “las tasas de fertilidad globales disminuyen”, y más de la mitad de todos los países en 2021, registraron tasas por debajo del nivel de renovación en una tendencia, que se observa desde 2000 y revela variaciones significativas en el ritmo de disminución y sólo unos pocos países muestran una pequeña recuperación.
El estudio predice que para 2050, más de las tres cuartas partes de los países no tendrán tasas de fertilidad lo suficientemente altas como para sostener el tamaño de su población a lo largo del tiempo y para 2100, este número aumentará al 97 por ciento de los países, lo que es insostenible para la renovación de la población.
Esto significa que en estos lugares, las poblaciones disminuirán a menos que la baja fertilidad sea compensada por una inmigración efectiva o políticas que ofrezcan un mayor apoyo a la natalidad.
Entre 1950 y 2021, la tasa de fertilidad mundial se redujo a más de la mitad, de 4,8 a 2,2 hijos y el número anual mundial de nacidos vivos alcanzó un máximo de 142 millones en 2016 y cayó a 129 millones en 2021.
Las tasas de fertilidad cayeron en todos los países durante los últimos 70 años, ya que en 1950, esta tasa era de unos cinco hijos por cada mujer y en 2021, de 2,2 hijos por mujer.
“Nos enfrentamos a cambios sociales sorprendentes a lo largo del siglo XXI (…) el mundo enfrentará simultáneamente un ‘baby boom’ en algunos países y un ‘baby bust’ en otros” explica Emil Vollset Stein, profesor del IHME y coautor del estudio estudiar
El nuevo estudio predice cambios importantes en el patrón global de nacimientos vivos entre los países desarrollados y en desarrollo y en 2021, el 29 por ciento de los bebés del mundo nacieron en África subsahariana y según el análisis, se estima que esta cifra aumentará en más de la mitad, con el 54 por ciento para 2100.
Según las previsiones, la lista de naciones con tasas de fecundidad superiores a la de renovación bajará del 24 por ciento en 2050 al 2,90 por ciento en 2100, lo que se traduciría en una tasa global de 1,6 hijos. Se estima que sólo 26 países experimentarán un crecimiento demográfico en 2100, con un número de recién nacidos superior al de muertes, como es el caso de Angola, Zambia y Uganda .
¿Un nuevo planeta? en teoría, la disminución de la población mundial parece una buena noticia, pero el problema es que la misma también trae otros efectos secundarios que deben abordarse, como el nivel de edad y en consecuencia, económicos, sanitarios, medioambientales y geopolíticos de la población.
Los bajos niveles de fertilidad tienen el potencial de resultar, con el tiempo, en pirámides de población invertidas, con un número creciente de personas mayores y una población en edad de trabajar decreciente, por lo que es fundamental pensar en las amenazas potenciales a las economías globales, ya que una población decreciente, en teoría, se traduce en una fuerza laboral reducida, lo que afecta la productividad y el crecimiento económico.
Los sistemas de salud también deberán adaptarse al envejecimiento de la población, lo que implicará mayores demandas de cuidados de larga duración y un aumento de la prevalencia de enfermedades relacionadas con la edad.
En relación al medio ambiente, aunque la disminución de la población mundial, en teoría, generaría en una menor presión sobre los recursos naturales, también se debe considerar cómo los cambios en la distribución de la población pueden afectar la gestión de estos recursos y la biodiversidad.
En el escenario geopolítico, se deben considerar nuevas dinámicas de poder, que pueden cambiar significativamente con variaciones en el tamaño y la estructura de las poblaciones de los países, lo que a su vez, podría reconfigurar alianzas, zonas de influencia y prioridades en la política internacional.
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