Se descubrió el antiguo origen de nuestro dolor

Una investigación genética de vanguardia revela un sorprendente legado incrustado en nuestro ADN

Buenos Aires-(Nomyc)-A mucha gente no le gusta que te pongan inyecciones en el médico o sentarte para hacerte tatuajes, aunque esto depende del umbral de dolor, que  podría ser sólo un factor de tu genética y de la genética de siempre, ya que investigadores europeos afirman haber descubierto que la genética del antiguo mestizaje neandertal con los bajos umbrales de determinados tipos de dolor en los humanos modernos.

Kaustubh Adhikari, coautor del estudio e investigador de Genética, Evolución y Medio Ambiente del University College de Londres, señaló en un comunicado “aprendemos  cada vez más sobre lo que hemos heredado de los neandertales como resultado del mestizaje hace decenas de miles de años”.

“Nuestros hallazgos sugieren que los neandertales pueden haber sido más sensibles a ciertos tipos de dolor, pero se necesita más investigación para que entendamos por qué es así, y si estas variaciones genéticas específicas fueron evolutivamente ventajosas” agrega el coautor del estudio, cuyos resultados fueron publicados en Communications Biology.

Desde que se secuenció por primera vez el genoma neandertal hace 15 años, los investigadores trabajan para vincular a los humanos modernos con estos antepasados arcaicos de diversas formas, pero hasta ahora, los científicos encontraron vínculos del ADN neandertal con todo tipo de cosas, desde las formas de las narices modernas hasta nuestra propensión a las enfermedades.

Ahora, en el reciente estudio sobre el dolor, los investigadores estudiaron tres variantes del gen SCN9A e informaron de una mayor sensibilidad al dolor entre los humanos portadores de las tres variantes, ya que el gen SCN9A, construye canales de sodio que ayudan a las células nerviosas a comunicarse; en concreto, ayuda a las células a alertar al sistema nervioso de una amenaza dolorosa procedente de un tejido dañado.

Los autores afirman que “las tres variantes genéticas se asociaron a un umbral de dolor más bajo al pincharse la piel tras una exposición previa al aceite de mostaza, que se utilizó para sensibilizar la zona, pero no se asociaron a ningún cambio en la tolerancia al dolor causado por el calor o la presión, por lo que portar las tres variantes aumentaba la sensibilidad al dolor en comparación con portar sólo una”.

De hecho, el canal de sodio fue reconocido como “crucial” en el ámbito de las vías del dolor en 2020 por investigadores del Instituto “Max Planck” de Antropología Evolutiva de Alemania y el “Karolinska Institutet” de Suecia, quienes habían sugerido, entonces, que “los neandertales experimentaban una mayor sensibilidad al dolor en comparación con los humanos modernos, gracias al gen SCN9A”.

Pero el estudio anterior no exploraba a fondo los aspectos mecánicos de la mayor sensibilidad al dolor: el pinchazo es más potente que la presión o el calor, por lo que el estudio reciente, propone que “los poseedores de las tres variantes neandertales tienen neuronas sensoriales más sensibilizadas y, por tanto, son capaces de advertir al cuerpo de estos dolores inducidos por pinchazos”.

“Demostramos cómo la variación en nuestro código genético puede alterar cómo percibimos el dolor”, afirma prensa Pierre Faux, primer autor e investigador de la Universidad Aix-Marseille y la Universidad de Toulouse y agrega que “incluidos los genes que los humanos modernos adquirieron de los neandertales”.

Además, los investigadores también descubrieron que las tres variantes neandertales son más comunes en poblaciones con mayores porcentajes de ascendencia nativa americana y el estudio dice que las variantes están en gran parte ausentes en los europeos y son comunes en los latinoamericanos, gracias a lo que ellos llaman “cuellos de botella poblacionales que ocurrieron durante la ocupación inicial de las Américas”.

El equipo quiere saber ahora si este umbral de dolor más bajo ofrecía algún tipo de beneficio evolutivo, o si la mayor sensibilidad al dolor cuando se pincha no es más que otra pieza de la historia neandertal que vive en los humanos modernos.

Nomyc-9-2-24

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