Radares tridimensionales: de la planta de Invap de Bariloche al mundo

INVAP lanzó una nueva serie de radares primarios tridimensionales de uso militar y concretó su primera exportación de radares civiles

Buenos Aires-(Nomyc)-La empresa estatal rionegrina anunció, en marzo, la suscripción de otro contrato, esta vez con la empresa Jampur International FZE, radicada en los Emiratos Árabes Unidos, para la producción de Radares Primarios Tridimensionales de Largo Alcance, por lo que se concretó la primera exportación de radares de Argentina cuyo destino final será Nigeria.

El camino recorrido: aunque la historia de los radares argentinos registraba varios antecedentes previos vinculados con el sector espacial, el hito constitutivo de su desarrollo como política estatal se materializó en el Decreto PEN N° 1407/2004 por medio del cual el entonces presidente Néstor Kirchner creó el Sistema Nacional de Vigilancia y Control Aeroespacial (SINVICA).

En 2011, el SINVICA tuvo una derivación muy importante que es el, el Sistema Nacional de Radares Meteorológicos (SINARAME) y en la confluencia de estas vertientes, la Argentina se transformó a lo largo de las dos décadas recientes en uno de los no más de 20 países que disponen de tecnología propia para la concepción y producción de radares de diferentes tipo: secundarios de empleo civil, meteorológicos, de apertura sintética y primarios tridimensionales de medio y largo alcance de uso militar.

El eje de todos estos logros ha sido la empresa estatal rionegrina Invap que, con el contrato hecho público por el presidente Alberto Fernández en marzo pasado, presentó una nueva serie de radares militares, los RPA-200.

Qué define un radar para ser militar: la contrapartida de Invap como desarrolladora y productora de radares son las empresas e instituciones que emplean esos productos, mientras que en el caso de lo militar, el rol principal le cabe a la Fuerza Aérea Argentina (FAA) como responsable de la operación de los radares primarios tridimensionales.

El vicecomodoro Claudio Reigert, director de Sistemas de Vigilancia y Control Aeroespacial de la FAA, especialista en radares y guerra electrónica, formó parte del equipo que hizo los Requerimientos Técnicos Operativos (RPO) de los radares y capacitó a los miembros de Invap en las cuestiones de la guerra electrónica para que ellos pudieran entender lo que se necesitaba y las razones de ello, lo que comprendía aspectos como “por qué la antena debía tener baja firma infrarroja o por qué debía contar con bajos lóbulos laterales, y cómo se puede atacar a un radar de distintas maneras, desde lo destructivo, hasta lo no destructivo”, recordó el vicecomodoro.

Ese conocimiento resultaba fundamental para el proceso de desarrollo que Invap llevó a cabo a principio de siglo de un producto totalmente nuevo, y era información que el usuario del sistema debía brindarle.

“La experiencia (de trabajo con los radares) fue positiva, muy enriquecedora desde lo técnico y de gran desarrollo profesional, en el sentido de que todo lo que sucedió con Invap a partir de la proposición de la necesidad de un sensor de tres dimensiones, de largo alcance y militar, fue muy bueno”, señaló Reigert.

Un elemento en el que se destacó Invap en su trabajo con la FAA fue su apertura para atender a las solicitudes del cliente ya que  “el desarrollo de un radar de bajas prestaciones, no de largo alcance, como hace Invap, sino del tipo de los que miden la velocidad en la ruta, la tecnología de emitir radiofrecuencias y recibir su registro, su rebote, no es una cosa, hoy en día, ajena a un pequeño emprendimiento” explicó Reigert.

“Lo que le pone un valor agregado particular, que es lo que hizo Invap, fue satisfacer las demandas de la FAA en cuanto a la parte de protección electrónica, conocida también como contra-contra medidas electrónicas del área de guerra electrónica, y el desarrollo de la consola operativa de defensa aérea que tiene el radar, por lo que estas y otras características, son las que transforman un radar primario en uno de uso militar”.

Los radares desarrollados por Invap incluyen el protocolo de transmisión de información radar Asterix, un estándar internacional que permite que esos sistemas se comuniquen con toda la red de control y vigilancia del espacio aéreo, por lo que se  comparte la información que cada sensor capta y a su vez, recibe la información de planes de vuelo que emanan de los centros de información de tránsito aéreo, fusión de datos que permite tener  un panorama más clara de quiénes utilizan el espacio aéreo, lo que implica una ventaja operativa imprescindible en la actualidad.

Logros actualizados: “hoy en día, desde el punto de vista de la tecnología de los radares, la empresa está en lo más avanzado del estado del arte y la experiencia de funcionamiento de los equipos es muy buena”, manifestó Reigert.

Los radares primarios tridimensionales militares de Invap RPA son equipos fijos que operan en banda L, de entre 1 y 2 GHz, con un alcance instrumentado de 240 millas, es decir 444 kilómetros, aproximadamente y la longitud de onda con la que se trabaja determina el tamaño de la antena que se requerirá y ésta, a su vez, el alcance con el que se contará, además de otras características.

Los nuevos RPA de Invap tienen una ingeniería de base similar, aunque no igual, a la primera serie pero con varias mejoras significativas en lo que hace a prevención de fallas, mantenimiento y operación, generación de la señal y capacidad de adquisición y seguimiento de blancos.

Extensión de la vida útil de otros radares: en cuanto a radares militares, Invap también desarrolló el RPA-170M, una versión móvil con antena más reducida y 170 millas o 314 kilómetros, de alcance. El RPA-170M debutó exitosamente en la protección de la cumbre del G20 realizada en Buenos Aires, a finales de 2018.

En simultáneo con los desarrollos propios de radares, Invap modernizó, a su vez, 2 de los cuatro Westinghouse AN/TPS-43 de fabricación estadounidense que la FAA posee desde la década de 1970. Uno de ellos estuvo desplegado en Puerto Argentino durante la guerra de las Malvinas, en 1982.

Las mejoras y actualizaciones introducidas por Invap en estos radares, que pasaron a denominarse MTPS-43, consistieron en la modernización y ampliación de las contra-contra medidas electrónicas, la digitalización del procesamiento de señales y de la presentación de los datos, la incorporación del protocolo Asterix y la mejora del confort de la cabina de operación interna y 1 de los MTPS-43 reemplazó hace muy poco al TPS-43 que operaba desde Santa Cruz, para vigilar parte del espacio aéreo patagónico y del Atlántico Sur.

Estaba prevista, asimismo, la modernización de los dos TPS-43 restantes y la adquisición por parte de la FAA de otros dos RPA-170M más, pero las restricciones presupuestarias han frenado, por el momento, esos planes.

De modo análogo, la intervención de Invap en los TPS-43, radares móviles que operan en banda S (2 a 4 GHz) y que, por lo tanto, cuentan con una antena más reducida en sus dimensiones, tenía como propósito que la empresa rionegrina aprendiera la tecnología para luego embarcarse en el desarrollo de sus propios equipos, aunque este proyecto también está suspendido por el momento.

Invap trabajó, también, en otras tipologías de radares, con el Ejército Argentino (EA), la Armada Argentina (ARA) y la propia FAA. Para el primero realizó una modernización y extensión de la vida útil de los viejos radares doppler de vigilancia terrestre Rasit.

Con la segunda, llevó a cabo los ensayos de un radar de apertura sintética (SAR por sus siglas en inglés) aerotransportado. Algo similar está haciendo con la FAA, con otro SAR instalado en el prototipo del IA-53 Pucará Fénix y en los planes futuros está la idea de desarrollar un Radar Aerotransportado de Alerta Temprana y Control (AWACS), sistema también incluido en las previsiones del SINVICA y que le daría a la Argentina una capacidad de vigilancia aeronáutica única en América Latina.

No todo son radares: los radares militares no operan en solitario, ya que el control y defensa del espacio aéreo requieren de la integración y centralización de la información que estos sensores captan, a la que se suma la que aportan los radares civiles, y todo ello debe combinarse con instrumentos de disuasión y neutralización de potenciales amenazas.

La red argentina de radares secundarios civiles de control del tráfico aéreo está actualmente compuesta por 27 unidades, mientras que la militar cuenta con 13 radares y  la FAA posee un centro de comando y control en Merlo, Provincia de Buenos Aires, donde concentra la información de ambas redes, a la que se le suman otros datos, como los planes de vuelo de las aeronaves que operan en el espacio aéreo nacional.

En el futuro, la Argentina podría contar con varios centros de comando y control aeroespacial para relevarse entre sí en una situación de emergencia, al estilo de los cuatro CINDACTA (Centro Integrado de Defensa Aérea y Control de Tráfico Aéreo) que posee Brasil. O, incluso, se pueden desarrollar unidades móviles con ese fin.

La aviación de combate es el medio idóneo para cuando se desea proyectar poder o cuando la intervención no necesariamente implica la eliminación de un blanco, pero ante la necesidad de la destrucción de un elemento agresor dentro del propio espacio aéreo, los misiles son el instrumento más efectivo. Incluso su costo de adquisición y operación es inferior a, por ejemplo, un cazabombardero supersónico.

Soberanía y exportación: para Reigert, el vínculo forjado entre Invap y la FAA “no es una mera relación, sino una alianza estratégica porque a nivel usuario es muy buena porque uno no tiene, por lo general, la oportunidad de sentirse satisfecho, escuchado, cuando uno plantea algo en particular”.

“Con Invap tenemos la posibilidad, cuando tratamos un requerimiento específico que ellos van a desarrollar, de proponer los cambios que hagan falta para lograr un mejor producto y uno puede comprar algo en el mercado internacional y lo que adquiere es un paquete cerrado. Para que le hagan una modificación implica un gasto enorme, pero con Invap, dentro de los márgenes de los contratos, hemos tenido el mejor de los resultados porque siempre ha satisfecho las necesidades que hemos planteado”.

El desarrollo de los radares argentinos, y la complementación entre Invap y el Gobierno nacional a través de diferentes agencias, entre ellas la FAA, pero no es la única, permite mostrar lo que señala en uno de sus trabajos sobre el tema Juan Martín Quiroga, docente e investigador de la Universidad Nacional de Rio Negro que señala que “pese a la dependencia tecnológica, es posible desarrollar capacidades que, con el tiempo, la complementación entre distintos tipos de organizaciones, y un apoyo político adecuado pueden constituir insumos para lograr tecnologías soberanas y este tipo de tecnologías son generadoras de nuevas capacidades, conllevan la creación de puestos de trabajo calificados, disminuyen la dependencia, son susceptibles de generar ahorros de divisas y, eventualmente, exportarse como bienes de alto valor agregado”.

Nomyc-9-6-21

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