¿Qué ocurre en nuestro cerebro cuando nos ponemos a hablar con nosotros mismos?       

Es un ejercicio de la mente ligado a la autopercepción, a la conciencia y a la memoria que a partir de una edad convertimos en íntimo y privado

Buenos Aires-(Nomyc)-Esta es una de esas preguntas que muchas personas se hacen, pero nadie transmite a otros porque apunta a nuestro sentido mismo de la vergüenza, pero ¿qué hago hablando solo? Podemos llegar a pensar cuando en nuestra cabeza se inicia una conversación donde a veces parecen que intervienen más de dos personas y sin embargo, eres tú contigo mismo. Esto no solo es normal, o común, sino que también nos caracteriza como especie, por lo que hay que dejar afuera los prejuicios sin sentido y decirse “no puedo dejar de hablar conmigo mismo”.

Aunque es cierto que, como demostraron varias investigaciones, existen personas cuya voz interior permanece en un estado de bastante silencio, en otras es de lo más charlatán, en general, es un ejercicio de la mente ligado a la autopercepción, a la conciencia y a la memoria, pero ¿cómo sucede de manera exacta este diálogo hacia nuestro interior?

Para empezar, los expertos creen que son, monólogos, porque solo intervenimos nosotros, aunque nos parezca encontrar diferentes voces son una simulación del habla abierta, es decir, no hay gran diferencia entre verbalizar y no verbalizar, señalan en un artículo para “Live Science”.

Cuando dejamos de hablar en voz alta: “resulta que el cerebro pasa por procesos similares cuando se piensan palabras que cuando se habla en voz alta”, asegura Hélène Loevenbruck, investigadora principal de neurolingüística y jefa del equipo de lenguaje en el Laboratorio de Psicología y Neurocognición del CNRS, el instituto nacional de investigación francés.

Esto, a su vez, se traduce en que las regiones cerebrales activadas durante el habla interna se muestran bastante parecidas a las que se activan durante el habla abierta o habla real y estas regiones incluyen el lóbulo frontal del hemisferio izquierdo y el lóbulo parietal, por ejemplo, que ayudan a procesar la estimulación externa.

De esta manera, durante la infancia, “nos comportamos como esponjas que absorben nueva información de manera constante desde todos los ángulos” y seguro que más de una vez el lector habrá escuchado la expresión y según Loevenbruck, los niños que juegan solos suelen dialogar en voz alta con los juguetes, aunque sin embargo, “a partir de los 5 a 7 años, esa verbalización se inclina hacia adentro”.

Un juego adulto: la manera en que se construyen los perímetros del lenguaje social nos lleva a reprimir estos gestos cotidianos cuando somos pequeños, ya que hablar solo está mal visto, una acción cargada de consideraciones hacia la idea antigua de la locura que aún nos condiciona.

Pero en el fondo, al cerebro le da igual cualquier prejuicio, así que aunque escondido, se debe buscar las formas de seguir entablando conversaciones de todo tipo y lo paradójico es que se convierte en una especie de juego adulto, ya que durante esa discusión interna, se juegan dos roles: uno mismo y la persona con la que estás discutiendo.

“Cuando juega uno mismo, los centros auditivos en el lado izquierdo del cerebro se activan”, señala Loevenbruck.

Mientras tanto, cuando se cambian los roles de modo interno para interpretar a la persona con la que estás discutiendo, “`hay una especie de cambio de activación de la región cerebral hacia el hemisferio derecho`, en áreas equivalentes como el lóbulo parietal y el lóbulo frontal” agrega el especialista

El reto de los monólogos no deliberados: ver la situación en la que uno se sitúa de manera imaginaria desde una perspectiva diferente a la tuya propia, incluso si es una perspectiva que uno mismo elabora en su cabeza, cambia las regiones del cerebro que resultan involucradas en el proceso

Estudios anteriores ya habían demostrado que el cerebro exhibe una actividad similar con el habla interna que con el habla verbalizada a través de observaciones mediante resonancias magnéticas, así que el siguiente paso es acercarse a lo que sucede en estos fascinantes órganos cuando dejamos que nuestras mentes divaguen.

Como expresa la investigadora, “no todos los monólogos interiores son deliberados. A veces, las palabras o las oraciones solo aparecen en tu cabeza, sin provocación. Sea como sea, escúchalas”.

Nomyc-29-1-24

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