¿Qué comían en la Edad de Bronce? Antiguos calderos dan algunas pistas

Un análisis de residuos proteínicos de antiguos calderos de la Edad de Bronce revelan los alimentos que comían los habitantes del Cáucaso durante el periodo Maykop hace entre 3700 y 2900 años a.C.

Buenos Aires-(Nomyc)-Desde hace mucho tiempo que los arqueólogos  sacan conclusiones sobre el uso que hacían de las herramientas las personas que las fabricaban, en base a los registros escritos y en pistas contextuales, pero en el caso de las prácticas alimentarias, solo han podido hacer suposiciones sobre qué se comía y cómo se preparaba y según Shevan Wilkin, de la Universidad de Zúrich, en Suiza, “es emocionante hacerse una idea de lo que la gente preparaba en estos calderos hace tanto tiempo, en la ”, gracias a la primera prueba que se tiene de proteínas conservadas de un festín: un Gran Caldero.

Es evidente que hacían grandes comidas, no sólo para familias individuales. Los científicos saben que las grasas conservadas en la cerámica antigua y las proteínas del cálculo dental, es decir los duros depósitos de placa mineralizada en los dientes, contienen rastros de las proteínas que consumían los antiguos durante su vida.

Ahora, el nuevo estudio publicado en iScience combina el análisis de proteínas con la arqueología para explorar detalles específicos sobre las comidas cocinadas en estos recipientes concretos y muchas aleaciones metálicas tienen propiedades antimicrobianas, razón por la que las proteínas se han conservado tan bien en los calderos.

Los microbios de la suciedad que degradarían las proteínas en superficies como la cerámica y la piedra se mantienen a raya en las aleaciones metálicas y según Viktor Trifonov, del Instituto de Historia de la Cultura Material “ya hemos establecido que lo más probable es que la gente de la época bebiera una cerveza caldosa, pero no sabíamos qué incluía el menú principal”.

Ciervo, Jabalí y Leche de Oveja: los investigadores recogieron ocho muestras de residuos de siete calderos recuperados en enterramientos de la región del Cáucaso, que situada entre los mares Caspio y Negro, se extiende desde el suroeste de Rusia hasta Turquía e incluye los actuales países de Georgia, Azerbaiyán y Armenia.

De entre los restos recuperaron proteínas de la sangre, el tejido muscular y la leche y una de estas proteínas, la de choque térmico beta-1, indica que los calderos se utilizaban para cocer tejidos de ciervo o bovino, es decir vacas, yaks o búfalos de agua y también, se recuperaron proteínas de la leche de oveja o cabra, lo que indica que los calderos se utilizaban para preparar productos lácteos.

La datación por radiocarbono permitió a los investigadores determinar con precisión que los calderos pudieron utilizarse entre los años 3520 y 3350 a. C, por lo que estos recipientes son más de 3 mil años más antiguos que cualquier otro que se haya analizado antes.

“Se trataba de una pequeña muestra de hollín de la superficie del caldero”, señala Trifonov y los calderos de bronce Maykop del cuarto milenio a.C., son un artículo raro y caro, un símbolo hereditario que solo tenía la élite social.

Aunque los calderos muestran signos de desgaste por el uso, también muestran signos de reparaciones exhaustivas por lo que para Peter Hommel, de la Universidad de Liverpool, en Reino Unido, “estos recipientes de metal habrían necesitado mucho tiempo y mucha habilidad para fabricarse, por lo que no es muy sorprendente descubrir que se utilizaban y cuidaban durante un largo periodo de tiempo. Quizá durante más de una generación”.

A los investigadores les gustaría estudiar las similitudes y diferencias entre los residuos de una gama más amplia de tipos de recipientes porque “nos gustaría hacernos una mejor idea de lo que hacían los habitantes de esta antigua estepa y de cómo variaba la preparación de los alimentos de una región a otra y a lo largo del tiempo”, subraya Wilkin.

“Debido a que la cocina es una parte muy importante de la cultura, estudios como éste también nos pueden ayudar a comprender las conexiones culturales entre distintas regiones. Los métodos utilizados en este estudio han demostrado que este nuevo enfoque tiene un gran potencial” agrega Hommel.

Si las proteínas se conservan en estas vasijas, hay muchas posibilidades de que se conserven en una amplia gama de otros artefactos metálicos prehistóricos, por lo que aún queda mucho por aprender, pero esto abre el campo de una forma realmente espectacular.

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