Nueva “vida” a remedios viejos

Drogas con probado y seguro uso se recetan para enfermedades complejas con la esperanza de encontrara nuevos tratamientos   

De cómo un fármaco para tratar la angina de pecho llegó a ser la pastillita azul más famosa contra la disfunción eréctil tiene culpa la casualidad, ya que en los años ochenta cuando la farmacéutica Pfizer empezó a probar las propiedades de un compuesto, el Sildenafil, para relajar las arterias coronarias y mejorar el flujo sanguíneo al corazón.

Pero los ensayos clínicos estaban resultando un auténtico fracaso y el impacto cardiovascular deseado no aparecía, hasta que, de repente, los investigadores descubrieron que, entre los efectos secundarios del consumo de sildenafil, algunos pacientes habían reportado erecciones fuertes y persistentes y se ponía así, sin querer y por carambolas de la investigación, la primera piedra para la futura comercialización del viagra.

Con esto se iniciaba el paradigma de una nueva estrategia para probar y ampliar, de forma más ágil, el arsenal terapéutico contra cualquier enfermedad: el reposicionamiento de drogas que consiste en dar otros usos a medicamentos o moléculas ya conocidas y probadas, con la finalidad de explotar, más allá de su indicación primaria, su potencial terapéutico, por lo que drogas como el Ácido acetilsalicílico  o aspirina, de uso analgésico, o el antiepiléptico Topiramato, ya se están estudiando para otras enfermedades.

Recibir la autorización y comercialización de un medicamento o una vacuna lleva entre 10 y 15 años, e implica grandes inversiones de dinero de los laboratorios,

Las drogas comercializadas hoy, son vencedores de todas de esas carreras de obstáculos tan largas y costosas, aunque hay otras vías de identificación de potenciales medicamentos, como el reposicionamiento de fármacos, que se abren lugar como alternativa para acortar tiempo y recursos económicos: hasta el 75 por ciento de esos medicamentos que pueblan las boticas, relatan Campillo y compañía, pueden tener nuevos usos terapéuticos, unas 20 nuevas aplicaciones clínicas más allá de aquellas para las que fueron aprobados.

Al tratarse de fármacos que ya pasaron las pruebas de seguridad y toxicidad, los investigadores se ahorran las fases preclínicas, señala Nuria Campillo, doctora en ciencias químicas y científica del Consejo Superior de Investigaciones Científicas de España “Ahorramos tiempo, dinero y también los animales que usamos en experimentación”. 

Beatriz Gómez, gestora científica del Centro de Investigación Biomédica en Red de Enfermedades Raras (Ciberer), agrega por esta vía, “se puede llegar a tener una nueva indicación en tres años”.

El costo de introducir en el mercado un medicamento reposicionado puede bajar, además, a los 300 millones de euros, muy lejos de esos 2000 o 3000 millones que cuesta desarrollar uno nuevo desde el principio.

Hay ejemplos paradigmáticos de reposicionamiento de fármacos o, al menos, de intentos de ello como la aspirina, por ejemplo, es un histórico analgésico yantipirético que, con el tiempo, encontró su hueco también como antiagregante plaquetario para mejorar el riego sanguíneo y ahora se estudian sus potenciales beneficios para el tratamiento del Cáncer de colon.

Un estudio prospectivo publicado en la revista JamaOncologyasociaba el uso de aspirina con una reducción del riesgo de cáncer colorrectal del 18 por ciento y aunque su validación como droga preventiva contra el cáncer no es unánime, pero los estudios siguen en marcha y hay también investigaciones para probar sus efectos en un subgrupo de tumores pulmonares.

Otra droga que se redimió con una segunda vida más fructífera es la Talidomida, que se dio en los años 70 a embarazadas para frenar las náuseas y acabó provocando graves deformaciones congénitas en miles de recién nacidos en todo el mundo, pese a lo que se ha resarcido de su mala fama tras demostrar su eficacia contra un tipo de Lepra: en 1998 se aprobó en Estados Unidos con esa nueva indicación y en 2012, para el Mieloma Múltiple.

El reposicionamiento es algo que se probó “desde siempre”, explican los expertos consultados. Hay puñados de ejemplos: la Cicloserina, que se usaba para infecciones urinarias, es un fármaco de segunda línea para Tuberculosis multirresistentes; el abortivo Mifepristona se está investigando para tratar la Depresión psicótica y el Raloxifeno, que se usaba para la osteoporosis, tiene una nueva vida contra el Cáncer de mama.

Enfermedades raras: la comunidad científica no desfallece. Sobre todo, porque el reposicionamiento es la mejor alternativa para buscar soluciones para enfermedades raras, “donde se dedica poco dinero porque el número de pacientes es bajo y no interesa”, apunta Campillo.

Aurora Pujol, investigadora en el Instituto de Investigación Biomédica deBellvitge(Idibell) de Barcelona y está especializada en una enfermedad rara: la Adrenoleucodistrofia por lo que sostiene “hemos reposicionado diferentes fármacos para diabetes, cáncer o esclerosis múltiple, ya que la parte preclínica del medicamento te la ahorras, pero tienes que averiguar qué funciona en tu modelo de enfermedad”.

Ella está reclutando pacientes para probar el Dimetilfumarato, indicado para la Esclerosis Múltiple, en enfermos con Adrenoleucodistrofia por lo que agrega “este fármaco acciona una vía de señalización del cerebro que controla la respuesta del cuerpo al estrés oxidativo y que vimos, a través de células de pacientes con adrenoleucodistrofia, que está alterada, al igual que sucede con pacientes con esclerosis múltiple”.

Big Data: el reposicionamiento de drogas recibió un impulso gracias a la explosión del Big Data y el desarrollo de las nuevas tecnologías, explica Óscar Fernández Capetillo, jefe del grupo de Inestabilidad Genómica del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (de España) “antes se miraba en drogas aprobadas para usos médicos y ahora se testea también en fármacos que fueron a ensayos y no funcionaron: sabes que son drogas buenas, no tienen efectos malos y se pueden probar en otras enfermedades”.

“Además, con la ayuda de la informática, lo que puedes hacer es predecir qué fármacos funcionan” continúa.

La inteligencia artificial hace de puente para aprovechar esos viejos fármacos en la era de la medicina de precisión: “Tenemos un arsenal de medicamentos, un arsenal de patologías y la genética: tú confrontas esas tres patas y haces medicina personalizada con tu quimioteca”, apunta Campillo.

Poco atractivo para la industria:el reposicionamiento es una estrategia más rápida y barata, pero tiene sus puntos débiles ya que el precio del medicamento reposicionado puede subir mucho al tener pocos pacientes o puede pasar todo lo contrario: que al tratarse de un fármaco antiguo perdió la patente y es menos atractivo para las compañías farmacéuticas.

También puede ser, añade Mabel Loza, catedrática de Farmacología de la Universidad deSantiago de Compostela y directora científica de una plataforma de descubrimientos de fármacos, que el medicamento reposicionado “no encaje al 100 por ciento en lo que buscas”.

 “Nadie se siente atraído para la comercialización porque no es un negocio, no tiene un retorno, aunque debería haber un pacto social para que las drogas reposicionadas tengan unos canales propios que compensen a nivel económico, ya que igual que hay una industria de los genéricos, hay que encontrar un canal para la comercialización de los reposicionados”, concluye.

Nomyc-30-6-22

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