Los cincuenta años de la llegada del hombre a la Luna y sus datos datos
“Houston, aquí Base de la Tranquilidad. El Eagle ha alunizado” fue la frase que pronunció Neil Armstrong en cuanto aterrizó en la Luna el 20 de julio de 1969
Buenos Aires-(Nomyc)-La primera llegada del hombre a la Luna se enmarcó en el momento de la historia en el que más misiones espaciales se han destinado a este satélite y el país que más misiones espaciales envió a la Luna fue la antigua Unión Soviética, seguida de Estados Unidos y China y aunque no todas estas misiones han aterrizado en la Luna. Entre las que sí lo han hecho, las únicas tripuladas corresponden a Estados Unidos, que también es el que más ha estado en nuestro satélite natural
Por otra parte, China ha sido la única que ha aterrizado en la cara oculta, con la misión “Chang’e 4”, mientras que Estados Unidos es, por otra parte, el país con menos misiones fallidas, seguido de la Unión Soviética, mientras que todas las misiones de China, Japón, India y Europa han sido exitosas y la única de Israel fue fallida.
La ciencia que vino de la Luna: parte del instrumental dejado en el satélite aún envía información y quedan muestras de rocas lunares por analizar
En su alocución al Congreso en mayo de 1961 en la que anunció el propósito de llegar a la Luna antes de una década, John F. Kennedy no pronunció la palabra ciencia y solo la mencionó dos veces en su discurso del año siguiente en Houston en el que dijo el famoso “Nosotros elegimos ir a la Luna”, pero la política, la propaganda y hasta la ingeniería eran más importantes que la investigación científica.
Sin embargo, luego de la llegada del “Apolo 11” las misiones sucesivas fueron cada vez más científicas, sentando las bases de la ciencia espacial y aún hoy, los kilos de piedras que se trajeron a la Tierra y algunos de los instrumentos que se dejaron allí les dan trabajo a los científicos.
El astronauta del “Apolo 11” Buzz Aldrin apenas pasó una hora y media pisando la Luna y en este tiempo tuvo que desplegar, entre otros instrumentos, un sismógrafo y un retrorreflector y en las sucesivas misiones Apolo, llegaron más.
Con aquellos aparatos se pudo estudiar el grosor de la corteza lunar y anticipar como es el interior del satélite y también se detectaron hasta 28 “lunamotos” entre 1969 y 1977, cuando los sismógrafos que aún eran operativos fueron desactivados.
El abril pasado, con la ayuda de un nuevo algoritmo, un grupo de investigadores pudo reinterpretar aquellos datos sísmicos y afinar en la localización del epicentro de cada temblor y al solapar las nuevas ubicaciones con las imágenes que la Lunar Reconnaissance Orbiter (LRO), una sonda de la NASA que lleva una década orbitando y fotografiando al satélite, comprobaron que al menos ocho de los seísmos caían sobre líneas de falla con lo que los investigadores concluyeron que “la Luna aún está activa”.
“Creemos que es muy probable que estos ocho temblores se produjeran por el deslizamiento de fallas a medida que se acumulaba el estrés por la compresión de la corteza lunar provocada por la contracción global y fuerzas de marea, lo que indicaría que los sismógrafos de las Apolo grabaron el encogimiento de la Luna y que aún es tectónicamente activa”, decía en una nota el principal autor del estudio, el experto en ciencias planetarias del Instituto Smithsoniano, Thomas Watters y a medida que el interior del satélite se enfría, se va contrayendo, provocando esta inestabilidad.
Otro de los instrumentos que Aldrin dejó sobre la Luna fue un retrorreflector, una especie de espejo que refleja pulsos de láser enviados desde la Tierra hacia el mismo punto de origen con él se pudo determinar con más precisión la distancia entre satélite y planeta y otros cuatro retrorreflectores, dos llevados por naves Apolo y otros dos por misiones soviéticas, que permanecen en funcionamiento en su totalidad y gracias a los cuales y con un trabajo conjunto se pudo determinar que la Luna se está separando de la Tierra a un ritmo de 3,8 centímetros al año.
Dentro de su programa “Artemisa” de regreso a la Luna, la NASA anunció a comienzos de mes algunos de los experimentos e instrumental científico candidatos para llevar al satélite y entre estos, aprobaron una nueva red de retrorreflectores más avanzados.
“Nuestros retrorreflectores lunares de última generación son la versión para el siglo XXI de los instrumentos que hay ahora en la Luna”, decía el científico responsable de los nuevos aparatos, Douglas Currie, en una nota de la Universidad de Maryland (EE UU) y Currie, ahora profesor emérito, fue el cocreador de aquel primer espejo que colocó Aldrin.
Además de lo que dejaron en la Luna, los astronautas del “Apolo 11” trajeron de vuelta a la Tierra casi 22 kilogramos de material lunar, entre rocas y polvo y cuando terminaron las misiones, los tripulantes de las “Apolo” se llevaron con ellos un total de 382 kilogramos de Luna y con estos trozos se empezó a reescribir el origen y evolución del satélite y en cierta medida, también el de la Tierra, el del sistema solar y más allá.
“Antes del ´Apolo´, la visión dominante sobre la Luna era que estaba compuesta de material primitivo datado en los primeros tiempos de la formación del sistema solar pero se formó en frío, con menos de 300º y solo fundida localmente por el impacto de algún gran meteorito”, comenta en un correo electrónico Rick Carlson, geoquímico y director del departamento de magnetismo terrestre del Instituto Carnegie para la Ciencia (EE UU).
Parte de esa idea se sustentaba en la teoría de que los planetas y cuerpos rocosos similares se formaron por acreción, por la acumulación de materia durante cientos de millones de años de progresivo enfriamiento.
“Con las primeras muestras del Apolo 11, nos dimos cuenta de que la Luna se formó en caliente, posiblemente completamente fundida y al enfriarse desde este estado inicial, generó una gruesa corteza mediante la flotación de cristales en un magma en enfriamiento, en cierta medida como los icebergs se forma en el océano, pero mucho más caliente”, explica Carlson.
Las rocas extraídas de los cráteres permitieron reconstruir el tormentoso pasado no solo de la Luna sobre lo que Carlson explica que “el registro de cráteres de la Luna nos cuenta que los grandes impactos de meteoritos eran algo común en los principios del sistema solar”. añade el geoquímico.
Para el geoquímico, las muestras lunares cambiaron completamente la visión de cómo se forman los planetas “en vez de una suave y fría acumulación de cuerpos pequeños, ahora en la mayoría de los modelos de formación planetaria intervienen impactos muy energéticos entre grandes objetos y de hecho, el modelo dominante sobre el origen de la Luna es que se formó de materiales despedidos de la Tierra cuando esta fue impactada por un objeto puede que tan grande como Marte”.
De todos los astronautas que estuvieron en la Luna solo uno era científico: el geólogo Harrison Schmitt, de la misión Apolo 17, la última y fue él, el último humano en pisar suelo lunar y en el regreso trajeron 111 kilos de muestras de rocas, pero de esos 111 kilos que se trajeron en la última misión al satélite, 800 gramos del material nunca expuestos a la atmósfera terrestre serán desembalados y estudiadoscon la tecnología que no existía hace 50 años.
Como decía tras el anuncio la directora en funciones de la división de ciencias planetarias de la NASA, Lori Glaze, “estas muestras se guardaron deliberadamente para que pudiéramos aprovechar la más avanzada y sofisticada tecnología actual para responder a preguntas que no sabíamos que íbamos a tener que hacernos”.
Dudas sobre la llegada y las certezas científica Desde que la Tierra es plana hasta que un grupo sombrío llamado “Illuminati” controla el mundo, las teorías de la conspiración están por todas partes.
De forma inocente algunas veces y, en otras, de manera intencionada, buscan distorsionar la realidad, la historia y el conocimiento científico y han variado o se han sostenido en el transcurso de los años, pero hay una que desde hace medio siglo se mantiene constante: que ningún humano pisó la Luna.
“Es un hecho científico comprobado que sí sucedió y no una sola vez, sino seis, entre 1969 y 1972!, dijo a BBC Mundo Michael Rich, profesor de astronomía de la Universidad de California en Los Ángeles, en 2017, pero sin embargo, hay quienes todavía creen que todo fue un montaje del gobierno de Estados Unidos, grabado en un desierto de Nevada por el famoso director de cine Stanley Kubrick.
“Fue un hecho tan relevante que fue reconocido en su importancia y veracidad incluso por las agencias científicas y de inteligencia soviéticas, enemigas de las estadounidenses durante la Guerra Fría aunque ellos hubieran sido los primeros en denunciar un fraude”, aseguró Rich, experto en temas vinculados al satélite de la Tierra.
Pero si esto no fuera suficiente, asegura el especialista, “aunque ha pasado mucho tiempo desde el último viaje del hombre a la Luna, todavía existen muchas evidencias científicas de aquellas travesías”.
Un láser especial uno de los objetivos científicos de las misiones Apolo, los viajes de estudio y reconocimiento de la superficie lunar, fue aprender más sobre la estructura del satélite y sus movimientos alrededor de la Tierra.
Durante las 21 horas y 36 minutos que Armstrong y Aldrin pasaron en la Luna, dejaron dispositivos científicos para un programa denominado Sísmica Pasiva y Sísmica Lunar de Perfiles, destinados a detectar movimientos tectónicos en las placas que conforman ese cuerpo celeste gracias a los cuales en 2011 se captaron las señales de un sismo que ocurrió a más de 1.500 kilómetros de profundidad, casi en el mismo centro de la Luna.
Armstrong y Aldrin también colocaron una serie “deretrorreflectores”, una especie de espejos que reflejan señales de rayos láser enviadas desde la Tierra para calcular así la distancia a la que se encuentran ambas.
La Luna es atraída por la gravedad del planeta y rota alrededor de él, pero no siempre a la misma distancia: en su ciclo de traslación hay momentos en los que se aleja a un punto máximo o apogeo y otros en los que se acerca más, es decir el perigeo y fue por eso que calcular la distancia entre los dos cuerpos celestes fue por siglos un dolor de cabeza.
“Estos aparatos permitieron medir con gran precisión la distancia entre la Tierra y Luna”, explicó Rich quien agregó que “lo más curioso es que todavía están operativos y cualquier científico con un buen telescopio podría incluso hoy ver cuando las luces láser se reflejan en esos equipos”.
Pero esta no es la única evidencia que quedó en la superficie del satélite: “Basura” lunar desde la NASA, Laurie Castillo explicó en 2017 que, la agencia continúa sus investigaciones en la Luna aunque ya no haya presencia humana pero “tenemos en estos momentos a la Lunar Reconnaissance Orbiter, una sonda espacial estadounidense destinada a la exploración del satélite, lanzada en 2009, que está haciendo cosas asombrosas”.
Entre las imágenes que ese orbitador de reconocimiento ha enviado a la Tierra se encuentran algunas de los lugares a donde llegaron los tripulantes de las misiones Apolo y allí son visibles algunos de los módulos de alunizaje y los rovers, los equipos con los que se desplazaban los astronautas para sortear la débil gravedad lunar.
“Como todos los lugares a los que va el ser humano, también en la Luna dejamos basura y allí ha estado por casi medio siglo, pero con la sonda lunar hemos podido ver cómo se encuentran después de tanto tiempo”, aseguró Rich.
En la segunda misión tripulada, la del Apolo XII, los astronautas trajeron a la Tierra parte de ese “desecho lunar” ya que recopilaron unos 10 kilogramos de fragmentos del Surveyor 3, la primera sonda en cavar un agujero en la superficie del satélite, en 1967.
Según Rich, varias agencias internacionales confirmaron en esos años que, en efecto, “se trataba de los fragmentos de la sonda y que existía evidencia de que habían estado sometidos por años a las condiciones del clima lunar”.
En opinión del astrónomo entrevistado por BBC Mundo, “en aquella época no existía la tecnología para que un robot hubiera realizado estas tareas, que fueron tan delicadas como extraer una cámara de apenas 100 milímetros del interior de la sonda ” .
Pero no fue únicamente “basura” lunar lo que trajeron las diferentes expediciones del Apolo.
Piedras lunares Uno de los testimonios más contundentes de la llegada del hombre a la Luna “fue la enorme cantidad de material lunar que trajeron las diferentes expediciones”, dijo Rich.
Las misiones volvieron a la Tierra, en conjunto, con más de 380 kilogramos de piedras lunares, que fueron distribuidas para su estudio a universidades, agencias espaciales, museos e instituciones científicas de todo el mundo.
En todos los casos los exámenes de la estructura de las rocas demostraron que estaban compuestas por elementos químicos que son difíciles de encontrar en las de la Tierra o que no son característicos de la composición de las piedras terrestres.
De igual forma, con las diferentes pruebas se demostró que estas rocas habían estado sometidas a condiciones de temperatura y clima diferentes a las que existen en nuestro planeta.
“Si nada de lo anterior fuera suficiente -dijo Rich-, pensemos que en los programas Apolo se gastaron millones y millones de dólares y trabajaron en ellos más de 400mil personas y Creo que no se puede engañar a tanta gente ni tirar dinero por la borda para justificar algo que no ocurrió”.
Dudas qué señalan las teorías que niegan apoyadas por algunas películas y libros -sin fundamento científico- suelen asociarse generalmente con algunas peculiaridades de las fotos tomadas por la expedición del Apolo 11, la primera en llegar a la Luna: son cuatro detalles, aunque de muchas otras fotos también se han levantado conjeturas:
- El hecho de que la bandera que clava Armstrong en la Luna parece moverse cuando la ausencia de atmósfera en la Luna hace que no haya viento.
- Una huella dejada por Armstrong que, para algunos, no se justifican dada la sequedad del suelo del satélite.
- En las fotos no se ven las estrellas.
- No se observa ningún cráter bajo el módulo de descenso cuando alunizó.
En todos estos casos, aseguró Rich, existe una justificación científica y “creo que no vale la pena detenerse a analizar foto por foto de un hecho que está comprobado, pero hay una respuesta para cada una”, afirma.
De acuerdo con el científico:
- La bandera se movió al ser plantada y luego quedó en esa posición.
- El polvo lunar es bastante parecido a la ceniza volcánica, por lo que se pueden dejar huellas en él.
- Las estrellas no se ven porque era una luz demasiado débil para ser captada por la cámara.
- No se formó un cráter porque el módulo descendió a una velocidad tan lenta que solo levantó polvo.
Para el científico, “muchas de estas dudas se despejarán en los próximos años, cuando nuevos países -incluido Estados Unidos- vuelvan a la Luna”.
Quizás dentro de poco veamos algunas selfies de nuestros amigos al lado de un retrorreflector o de algún pedazo de basura lunar como si estuviéramos en un museo” bromeó el investigador.
Por que no se enviaron más personas en estos 46 años Neil Amstrong, “un pequeño paso para el hombre, pero un enorme salto para la humanidad” y a los pasos de Armstrong le siguieron lo de Edwin «Buzz» Aldrin, poco después.
Otras cinco expediciones de la NASA llegaron allí en los años siguientes, hasta diciembre de 1972, cuando Eugene Cernan cerró el ciclo de los alunizajes.
Muchas teorías conspirativas se generaron desde entonces para apoyar la idea de que los alunizajes nunca tuvieron lugar y que las imágenes que se difundieron no fueron más que montajes del gobierno estadounidense.
En mayo la NASA anunció que en 2024 volverá a la Luna con una misión tripulada llamada Artemisa, que llevará por primera vez a una mujer a pisar la superficie del satélite natural.
Sin embargo, la nueva apuesta espacial supuso para muchos una pregunta: ¿por qué ni Estados Unidos ni ningún otro país volvió a enviar humanos a la Luna en casi medio siglo?
Cuestión de presupuesto: con la hazaña de Armstrong, EE.UU. ganaba una batalla en la carrera espacial que tenía con la entonces Unión Soviética, que ya había puesto antes a una perra y a un tripulante, Yuri Gagarin, en el espacio.
Pero la gesta resultaba extremadamente cara y sobre esto Michael Rich, profesor de Astronomía de la Universidad de California en Los Ángeles, en 2017 señalaba que “enviar una nave tripulada a la Luna era excesivamente costoso y realmente no ha existido una justificación verdaderamente científica para sostenerla”.
Para el especialista, “más allá del interés científico, detrás de las misiones a la Luna se encontraban motivos políticos y propagandísticos”.
Con los años, con la Luna “conquistada” por Estados Unidos, el regreso al satélite comenzó a perder interés y “no había una justificación científica ni política para volver», afirmó Rich.
“En la práctica, es muy difícil convencer al Congreso de aprobar un presupuesto tan desmesurado cuando, desde el punto de vista científico, no había suficientes razones para regresar a la Luna”, agrega.
Durante los años del programa, el monto que destinaba el gobierno de EE.UU. para los planes de la NASA era casi el 5 por ciento del presupuesto federal aunque en la actualidad es de menos de 1 por ciento.
“En aquellos años, los estadounidenses estábamos convencidos de que destinar esa cantidad para estos proyectos era necesario. Después de esos años, creo que la gente no estaría muy convencida de que sus impuestos se destinaran para pasear por la Luna”, agregó.
Según dijo el administrador de la NASA, Jim Bridenstine, a la cadena CNN, la agencia espacial precisará entre 20 y 30 mil millones de dólares para el proyecto Artemisa.
Otra de las razones, dijo Rich, es que “ la NASA pasó a encabezar otros proyectos de mayor relevancia científica: nuevos satélites, sondas a Júpiter, la puesta en órbita de la Estación Espacial Internacional, investigaciones sobre otras galaxias y planetas, entre otros. ”
Para Rich, “el proyecto Apolo fue grandioso, pero poco productivo científicamente hablando” aunque Adriana Ocampo, geóloga planetaria de la NASA, dijo a BBC Mundo que la información científica recaudada por las misiones Apolo “fue un salto épico”.
La nueva carrera: en los últimos años los potenciales viajes a la Luna comenzaron a ganar nuevamente interés y no solo de parte del gobierno de EE.UU y de hecho, en marzo el vicepresidente estadounidense, Mike Pence, sostuvo que “no se equivoquen: hoy estamos ante una carrera espacial, tal como lo estábamos en los años 60 y lo que nos jugamos es aún mayor”.
Cada vez son más las iniciativas estatales y privadas que no solo anuncian un regreso al satélite, sino ambiciosos planes de colonización, la mayoría de ellos basados en el abaratamiento de las tecnologías y la fabricación de naves espaciales.
Muchas iniciativas privadas buscan modelos de negocio espacial que van desde explotar los minerales que hay en la Luna hasta vender trozos del satélite como piedras preciosas.
Aunque Bridenstine declaró que #la carrera se ha terminado# y que fue ganada hace 50 años por EE.UU. al poner al primer ser humano en la Luna, otros países han logrado hitos pioneros en estos años y en enero de este año, por ejemplo, la sonda china Chang’e-4 alunizó con éxito por primera vez en el lado oscuro de la Luna.
En este sentido, Rich agregó que “cuando tienes en cuenta el desarrollo tecnológico que hemos alcanzado, te preguntas si es todavía necesario enviar a un hombre físicamente a la Luna para probar cualquier tecnología y entonces entiendes que las razones para volver escapan nuevamente a lo meramente científico”.
Con el nuevo proyecto de llevar humanos a la Luna, “se quiere dar la idea de que Estados Unidos no se quedará atrás en la nueva carrera espacial” agregó Rich.
Dicho esto, dado los avances tecnológicos y la apuesta del sector privado por la conquista espacial, en su opinión una base en la Luna o en Marte estén lejos de una realidad.
“En menos de 100 años estoy casi seguro que ya la Luna nos quedará demasiado cerca y estaremos explorando otros lugares del universo” concluyó Rich.
Nomyc-22-7-19