La onda gigante de Venus

 La sonda espacial japonesa Akatsuki observó un raro fenómeno meteorológico en la atmósfera de Venus: una gigantesca onda de gravedad en la cubierta de nubes permanente de nuestro planeta vecino. Duró varios días

Buenos Aires-(Nomyc)-Venus, nuestro planeta vecino, está rodeado de una cubierta de nubes permanente que nunca se levantan y devuelven al espacio la mayor parte de la radiación solar que recibe el planeta.

Aunque este planeta aparece en nuestro cielo como lucero por la mañana o según la época del año como lucero de la tarde, su imagen cambia si se ve con telescopio o con luz infrarroja o ultravioleta: ya que la cubierta nubosa muestra entonces una multitud de estructuras dinámicas que varían deprisa. La atmósfera de Venus se compone sobre todo de finas gotitas de ácido sulfúrico concentrado.

En diciembre de 2015, la sonda espacial japonesa “Akatsuki”, que significa alba, entraba en una amplia órbita alrededor de Venus. Desde entonces lo observa constantemente en diferentes tipos de longitud de onda, con varias cámaras.

Luego de poco tiempo de estar allí, los investigadores de “JAXA”, el organismo astronáutico japonés, observaron una singular estructura arqueada en la capa de nubes, a unos 65 kilómetros de altura sobre la superficie sólida del planeta que se extendía a lo largo de más de 10 mil kilómetros, de norte a sur y permaneció allí durante al menos cuatro días.

La estructura se ha interpretado como una onda de gravedad, es decir  un fenómeno de los fluidos y no tiene nada que ver con las ondas gravitacionales, aunque lo que llamó la atención era que mantuviese su posición relativa con respecto a la superficie sólida del planeta, en concreto sobre la mayor de sus altiplanicies, “Afrodita Terra”, tan grande como África.

La cubierta de nubes describe una rotación alrededor del planeta en unos cinco días, mientras que Venus mismo tarda 243 días en girar alrededor de sí mismo, en sentido contrario al de giro de la Tierra y por lo tanto, las estructuras de la capa de nubes se mueven con respecto a la superficie a unos cien metros por segundo o 360 kilómetros por hora.

Ante esta situación los investigadores se preguntan ¿por qué se mantuvo la gigantesca onda durante varios días en el mismo sitio con respecto a la superficie del planeta mientras la atmósfera fluía a su alrededor?

Como respuesta suponen que “esa estructura era una onda de gravedad como las que se ven a menudo a sotavento de las altas montañas y eso mismo ocurre en Venus: sus montañas crean paquetes de ondas”.

“Pero lo normal es que una onda así no se eleve lo suficiente para influir en la capa de nubes de Venus ya que a ello se oponen los modelos teóricos de la estructura de la atmósfera de Venus” continúan.

Los científicos japoneses presumen, sin embargo, que “los vientos son más variables en las capas más profundas de la atmósfera de Venus, y que eso permitió a la onda ascender desde las montañas”.

Akatsuki solo pudo dedicarle cuatro días a su observación ya que luego tuvo que prepararse para sus tareas, lo que requería apagar los instrumentos.

Cuando cerca  de un mes después, en enero de 2016, retomó las observaciones sistemáticas, la estructura ondulatoria había desaparecido y desde entonces no se la ha vuelto a ver.                                                                                                                                                         Nomyc-25-1-17

 

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