Glutamato mental o por qué nos cansa pensar

Si el lector nunca se ha puesto a pensar por qué muchas veces se termina físicamente muy cansado cuando se hace la declaración de impuestos, o cualquier actividad que exija un ejercicio mental importante, ahora científicos españoles habrían encontrado el motivo

Buenos Aires-(Nomyc)-Aunque para conocer esto, tampoco se debe exigir demasiado el pensamiento, porque de lo contrario las sinapsis neuronales se llenarán de “glutamato”, en un mecanismo que se desata en nuestros cerebros cuando les damos mucha caña cognitiva, lo que genera el cansancio al realizar actividades mentales exigentes, según proponen unos científicos franceses.

En su experimento pusieron a realizar tareas intelectualmente complejas a un pequeño grupo de personas y al comparar sus cerebros con el de las otras personas, observaron ese fenómeno, como explica Antonius Wiehler, investigador del Instituto del Cerebro de París:

“El glutamato es el principal neurotransmisor excitatorio, es decir la activación de las conexiones, del cerebro, implicado en muchas regiones y en su funcionamiento regular y lo que observamos es un aumento con las tareas exigentes: el trabajo continuo en tareas que requieren un alto nivel de control cognitivo conducen a un aumento en el movimiento espontáneo de las moléculas” explicó Wiehler.

En relación a cuál es el problema con el glutamato, el investigador explica que «lo poco gusta y lo mucho cansa» y cuando se acumula en exceso puede ser neurotóxico, y entonces “la actividad cerebral en esta región se regula a la baja para evitar una mayor acumulación de glutamato”, según Wiehler y ese es el momento en el que el cerebro dice que está cansado y por eso, si se confirma este planteamiento, nos agota físicamente pensar mucho.

El 10 de septiembre de 1984 comenzaba uno de los campeonatos del mundo de ajedrez más apasionantes de la historia. Se enfrentaban el joven de 21 años Gari Kaspárov y Anatoli Kárpov, 12 años mayor y campeón desde hacía una década.

Luego de un apabullante inicio de cuatro victorias del segundo y cinco tablas, el campeonato era al mejor de seis, el primero forzó 17 nuevas tablas seguidas y después de una nueva victoria de Kárpov y otras cuatro tablas, el aspirante ganó su primera partida en la 32.

Tras otra serie de empates, el aspirante se llevó la victoria en la 47 y la 48 y el 9 de febrero de 1985, cinco meses después del inicio del campeonato y con un resultado de cinco a tres para Kárpov, el presidente de la Federación Internacional de Ajedrez, Florencio Campomanes, dio por terminado el torneo sin un ganador, en una decisión que generó mucha polémica entonces.

Campomanes argumentó la decisión en el cansancio mental de los jugadores y su deterioro físico y empezaba entonces, una rivalidad de dos décadas entre ambos ajedrecistas que fue más allá de lo deportivo, aunque quedaba en el aire una pregunta, ¿por qué pensar mucho cansa tanto?

Un grupo de investigadores de universidades francesas plantea ahora una respuesta: las tareas mentales que exigen un mayor esfuerzo generarían una acumulación y difusión extra de unas moléculas esenciales para el buen funcionamiento cerebral, pero que, en exceso, son neurotóxicas.

Para evitarlo, el cerebro mandaría parar, creando esa sensación de agotamiento y la idea es, aunque muy sugerente, solo una hipótesis aún por demostrar para otros neurocientíficos.

Lo que hicieron los científicos galos para estudiar por qué el ejercicio mental agota como el físico fue reclutar a una cincuentena de personas para que realizaran una serie de tareas durante 6,5 horas, que es la jornada laboral media en Francia.

Aunque mientras un grupo realizaba unas más complejas como recordar un mayor número y combinaciones de letras mayúsculas y minúsculas y en distintos colores que aparecían en la pantalla de una computadora, la exigencia para el otro grupo era mucho menor y durante el experimento estudiaron por fuera y por dentro el cerebro de los participantes.

Luego, realizaron un rastreo ocular (con un sistema de eye tracking, como se conoce en inglés) para registrar la mayor o menor dilatación de la pupila. 

Investigaciones anteriores habían observado que el movimiento del ojo se detiene y dilata cuando se está realizando un cálculo o se está en la fase final de la toma de una decisión.

Además, usaron una técnica de imagen cerebral con un espectroscopia por resonancia magnética, para medir la actividad en la corteza prefrontal, el llamado cerebro ejecutivo, y los residuos que dejaba y desarrollaron pruebas de rendimiento y cuestionarios sobre el nivel subjetivo de agotamiento.

Los resultados de todas estas pruebas, publicados en la revista científica Current Biology, muestran claras diferencias entre el grupo que tenía que pensar menos y aquellos cuyo esfuerzo mental era mayor y vieron signos de fatiga, incluyendo una reducción en la dilatación de la pupila, solo en el primer grupo.

También observaron que, con el paso de las horas de trabajo, los participantes con tareas más complejas acababan por pedir recompensas, lo que les daban por realizarlas, más inmediatas.

Pero el elemento más definitivo para ellos es lo que vieron que pasaba dentro de la cabeza ya que los integrantes de este primer grupo tienen mayores niveles de una molécula, el glutamato, en las sinapsis, es decir la conexión electroquímica entre las terminaciones nerviosas, de la corteza prefrontal lateral, la que se encarga del control cognitivo.

Antonius Wiehler es investigador del Instituto del Cerebro de París, del Hospital Universitario Pitié-Salpêtrière, y coautor de este estudio y señaló “el glutamato es el principal neurotransmisor excitatorio [activación de las sinapsis] del cerebro, implicado en muchas regiones y en su funcionamiento regular. Lo que observamos es un aumento con las tareas exigentes: el trabajo continuo en tareas que requieren un alto nivel de control cognitivo conducen a un aumento en la difusión, es decir el movimiento espontáneo de moléculas”.

Las moléculas de glutamato se liberan en el breve espacio que hay entre el final de una neurona y el inicio de otra, la hendidura sináptica, donde se produce el intercambio de información, siendo esencial en el proceso. Wiehler añade que, entonces, “la actividad cerebral en esta región se regula a la baja para evitar una mayor acumulación de glutamato” y es el momento en el que el cerebro dice que está cansado.

Para los autores del estudio, la mayor presencia de glutamato, sin relación con el consumo del aditivo alimentario, junto a los otros cambios observados, respaldaría la idea de que la acumulación de esta molécula hace que la activación adicional de la corteza prefrontal sea más costosa, de modo que el control cognitivo es más difícil después de un duro día de trabajo mental.

La propuesta de estos científicos difiere de las ideas dominantes sobre el cansancio mental, en particular del grupo de teorías sobre el agotamiento de los recursos, ya que en un símil con el ejercicio físico y su consumo de energía, sus postulantes sostienen que el control cognitivo, qué hacer, cómo y cuándo o qué no hacer, incurre en un gasto de energía y cuando se agotan los recursos aparecería la fatiga mental.

Pero no se demostró qué energía es la que se agota, como podría ser la glucosa en sangre, por ejemplo y además, estas propuestas dejan aún más interrogantes: ¿Por qué jugar al ajedrez cansa y ver u oír, que también requieren de un trabajo consciente del cerebro para su procesamiento, no lo agotan?

Para otros psicólogos y neurocientíficos, el cansancio del cerebro sería una ilusión generada por este órgano como sistema de alerta, como la quemazón en la piel lo es del peligro del fuego.

Mathias Pessiglione, colega de Wiehler en el hospital universitario parisino y coautor del estudio, comenta sobre estas posiciones “algunas teorías influyentes han propuesto que la fatiga es una especie de ilusión inventada por el cerebro para que dejemos de hacer lo que estemos haciendo y pasemos a una actividad más gratificante”.

Sin embargo, agrega en una nota, “nuestros hallazgos muestran que el trabajo cognitivo da como resultado una verdadera alteración funcional, la acumulación de sustancias nocivas, por lo que la fatiga sería una señal que nos hace dejar de trabajar, pero con un propósito diferente: preservar la integridad del funcionamiento del cerebro”.

El jefe del servicio de neurología del Hospital Universitario de Albacete, Tomás Segura, está estudiando a afectados por covid persistente que relatan niebla y fatiga mental.

“En general, la fatiga como término médico hace referencia a la sensación de falta de aire ligada al ejercicio o a la insuficiencia cardiaca. Por eso decimos que en el síndrome poscoronavirus hay muchos pacientes que lo que tienen es fatiga no respiratoria ni cardiaca y en ese sentido podemos llamarla fatiga neurológica, cognitiva o mental”, explica Segura.

Lo que han observado en estos afectados a largo plazo por el coronavirus es una fatiga similar a la provocada por tareas cognitivas intensivas.

“Solo pensar que tienes que bajar a comprar el pan, y no es que te falte el resuello para hacerlo, sino que solo con plantearte el acto motor, te encuentras ya cansado y esto tiene mucho que ver con aquellas áreas del cerebro donde se planifican las acciones y con la necesidad de que, para que se activen, toda la transmisión glutamatérgica debe funcionar bien”, continúa El jefe del servicio de neurología del Hospital Universitario de Albacete.

“El glutamato, que es uno de los villanos señalados en la generación de daño cerebral en el ictus, está también implicado, en este caso por su carencia, en determinadas enfermedades neurodegenerativas y también en la explicación de la así llamada fatiga neurológica” agrega el especialista.

Javier De Felipe, del Laboratorio Cajal de Circuitos Corticales de la Universidad Politécnica de Madrid, considera muy sugerente y oportuno el trabajo de sus colegas franceses, pero cree que van demasiado lejos prque “plantean muy bien la pregunta, por qué pensar cansa, pero su respuesta solo es una hipótesis” ya que para él, no demuestran la relación causal entre acumulación de glutamato y el cansancio mental.

“El control cognitivo se centra en la corteza prefrontal, pero esta zona está hiperconectada con otras del cerebro. ¿Por qué se acumula el glutamato en unas zonas y no en otras?”, plantea.

Nomyc-17-8-22

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