El ritmo del habla favorece la percepción de los sonidos

Una investigación publicada en Nature Human Behaviour, en la que colaboró un investigador del CONICET, analizó la interacción entre las áreas del cerebro que se encargan de producir y percibir el habla

Buenos Aires-(Nomyc)-Para que se produzca la acción motora de hablar y la percepción de sonidos, se activan partes bien identificadas del cerebro y estas dos áreas específicas y bien diferenciadas, de dodo tradicional, se consideraban como independientes entre sí, pero ya desde hace unos años se sabe que interaccionan de manera coordinada y compleja.

Ahora, en una publicación en la revista Nature Human Behaviour, se demostró la existencia de esta interacción entre la audición y la parte motora en un grupo de los sujetos testeados que se identifican como de personas de ‘alta sincronía’.

Durante la investigación, cuya primer autora es Florencia Assaneo, investigadora de la Universidad Nacional de México, y en la que colaboró Yonatan Sanz Perl, investigador asistente del CONICET en el departamento de Matemática y Ciencias de la Universidad de San Andrés, observaron en la experimentación, que estas personas, cuando producen sílabas de manera rítmica, estimulan su sistema de percepción de los sonidos y mejoran su capacidad de escuchar, algo que se sospechaba que ocurría pero no se tenía evidencia, es decir que, la producción de habla modula la percepción auditiva.

“Nos basamos en los ritmos, porque es mi área de expertise, me dedico a estudiar eso; la ritmicidad en el hablar y observamos que cuando estás produciendo habla a un ritmo, es decir la cadencia en lo que se dice, ese ritmo se traduce al sistema de percepción”, explica Sanz Perl.

Para la experimentación, cuenta la investigadora, “se le presentaron a los participantes una sílabas -po o pu- entre medio de un ruido ajustado a cada sujeto -ya que no todos tienen la misma capacidad de abstraerse del sonido que los circunda-, mientras repetían la sílaba ‘ta’ a un cierto ritmo, el ritmo que cada uno utiliza de manera natural”.

“Nos fijamos si son mejores entendiendo la sílaba que está en el ruido, de acuerdo a qué momento de producción de repetición está. Si la sílaba ocurre cuando el sujeto hubiera estado diciendo el ‘ta’ que venía diciendo en ese mismo ritmo, mejora la percepción de los sujetos con alta sincronía”, explica Sanz Perl.

“Distinguimos que hay sujetos de alta o baja sincronía que son completamente distintos. Si bien el ritmo de producción se ve reflejado en la percepción, esto sucede solo para los que tienen alta sincronía, los de baja no”, agrega el investigador.

El modelado matemático para validar los resultados de experimentación surgió de la colaboración con Sanz Perl, y se dio por que junto a Assaneo, compartieron laboratorio mientras eran becarios doctorales del CONICET en el Laboratorio de Sistemas Dinámicos del Departamento de Física, Universidad de Buenos Aires.

“El modelado permite una aproximación de cómo funciona lo que uno observa y por otro lado, provee algunas predicciones y en este caso es un modelo sencillo en que los núcleos motores y auditivos son dos osciladores, que tienen una fase que caracteriza a la oscilación” aclara el investigador.

“Se considera que es una abstracción del funcionamiento de esas neuronas excitatorias e inhibitorias de esos núcleos, y que están acoplados entre sí mediante un cable, y lo que le pasa a uno impacta en el otro”, aclara el investigador.

Estos cables, que son las conexiones entre neuronas o axones, son los que unen las áreas del cerebro en juego -la motora del habla y la auditiva- y son más ‘gruesos’ en los sujetos que tiene una alta sincronía.

“Esta variabilidad –agrega la científica– es necesario “reproducirla en el modelo matemático para poder reproducir los resultados experimentales y es la corroboración matemática de que las diferencias individuales son claves, que la conexión entre las áreas motoras y auditivas, no es igual de fuerte para todos los sujetos”.

“Esto habla de la importancia que tiene a la hora de hacer ciencia tener en cuenta diferencias individuales, que muchas veces los científicos no hacemos porque creemos que todos los cerebros andan igual y ya, pero hay un montón de fenómenos que ocurren pero no en la totalidad de la población”, concluye Assaneo.

Nomyc-7-1-21

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