Destacan los beneficios de la actividad física regular para la Salud Cardiovascular

Ayuda a evitar muchas enfermedades y sus consecuencias  

Buenos Aires-(Nomyc)-En línea con las asociaciones médicas y cardiológicas mundiales, desde la Sociedad Argentina de Cardiología instaron a promover el ejercicio y la actividad física regular para contribuir con el estado de salud en general, pero con especial foco en la salud cardiovascular.

“Las enfermedades cardiovasculares son la principal causa de muerte en el mundo occidental, el infarto de miocardio, la muerte súbita, las arritmias cardíacas y los accidentes cerebrovasculares son enfermedades que pueden prevenirse con diversas estrategias, ya sea farmacológicas o no farmacológicas” explicó Mario Fitz Maurice, ex Director del Consejo de Arritmias y Director de Prensa y Comunicación de la Sociedad Argentina de Cardiología (SAC).

Los fármacos destinados a controlar la hipertensión arterial, la dislipemia, es decir la elevación del colesterol en sangre, la diabetes y el sobrepeso, entre otras, administrados de manera crónica han demostrado mejorar el pronóstico a largo plazo de los pacientes”, continuó Fitz Maurice.

“Sin embargo, una premisa de gran importancia y que debemos tener siempre presente es que, cuando hablamos de prevención cardiovascular, no existe ningún fármaco o intervención terapéutica que brinde tantos beneficios a nuestro corazón, como lo hace la práctica regular de actividad física”, agregó el especialista.

Según Gonzalo Pérez, cardiólogo y miembro titular de la SAC, “el ejercicio físico posee múltiples efectos beneficiosos directos e indirectos que mejoran el estado de las arterias y del corazón: reduce la inflamación, mejora los niveles de colesterol, los fenómenos trombóticos, disminuye el sobrepeso y la presión arterial”,

“Mejora el metabolismo de la glucosa en sangre -–continuó– previene la aparición de arritmias cardíacas, la formación de aterosclerosis coronaria y reduce la probabilidad de muerte de causa cardiovascular y también es importante resaltar sus beneficios más allá de lo cardiovascular, ya que previene la aparición de cáncer, de diabetes, de hipertensión arterial y de enfermedades inmunológicas, entre otras”.

La Asamblea Mundial de la Salud (WHA) ya en 2018 creó el llamado ‘Plan de acción mundial sobre actividad física (GAPPA) 2018-2030 promoviendo una nueva meta global voluntaria para reducir los niveles mundiales de inactividad física en adultos y adolescentes en un 15 por ciento para 2030, a partir de lo cual la OMS en 2020 estableció nuevas directrices sobre actividad física y hábitos alimentarios.

Entre otras recomendaciones, la OMS establece que, para todas las poblaciones y rangos etarios, hacer algo de actividad física es mejor que no hacer nada por lo que en el caso de los adultos de 18 a 64 años, muchos de los beneficios de la actividad física se observan en cantidades semanales de entre 150′ y 300 minutos a una intensidad moderada como una caminata, jugar al golf y de 75′ a 150 minutos a intensidad vigorosa como nadar, andar en bicicleta, correr y al menos, 2 días a la semana, entrenamiento de fuerza.

La combinación de estos dos tipos de ejercicios demostró prevenir la aparición de enfermedades cardiovasculares y mejorar dicha condición en aquellos que ya la padecen, mientras que en niños y adolescentes de entre 5 y 17 años, un promedio de 60 minutos diarios de actividad física moderada a vigorosa brinda beneficios para la salud, más aún si se realizan más de 60′ de ejercicios por día.

Para los adultos mayores, de 65 años y más, la evidencia demuestra un beneficio de la actividad física aeróbica en la disminución del riesgo de desarrollar limitaciones funcionales físicas. Mientras que el riesgo de lesiones relacionado con caídas puede reducirse con actividad física multicomponente, que es aquella que combina entrenamiento de equilibrio, la fuerza, la resistencia, la marcha y la función física.   

Desde la SAC afirman que los beneficios de la actividad física se han demostrado no solamente en las personas sin enfermedades previas, es decir prevención primaria, sino también en aquellos que han padecido en alguna oportunidad enfermedad cardiovascular, como infarto de miocardio, angioplastia coronaria, insuficiencia cardíaca, accidente cerebrovascular, o arritmias cardíacas, entre otras, en prevención secundaria.

Cuando se indica la realización de actividad física, las personas suelen tener muchos interrogantes en torno a esta recomendación y un artículo publicado hace poco por Barry Franklin y colaboradores en el American Journal ofPreventive Cardiology[2], a partir de un consenso de expertos revisa algunos aspectos generales y específicos en torno a los beneficios del ejercicio físico y aborda algunos interrogantes sobre el posible perjuicio que éste podría ocasionar.

Ante casos de personas que tuvieron o tienen algún tipo de enfermedad cardíaca, contrariamente a lo que la mayoría en general considera, el trabajo afirma que no sólo pueden, sino que ‘deben’ realizar actividad física para mejorar los parámetros de su corazón y calidad de vida.

Es en este grupo de pacientes donde el ejercicio físico ha demostrado mayor beneficio, aunque se destaca que todo paciente debe consultar con un médico especialista previo al inicio de cualquier plan de entrenamiento para la realización de una evaluación cardiovascular.

Según Jorge Franchella, médico Deportólogo y Cardiólogo, Director del Consejo de Cardiología del Ejercicio de la Sociedad Argentina de Cardiología, “la mayoría de esos controles podrá determinar qué tipo de ejercicio y en qué cantidad se pueden realizar; por ello, si bien las evaluaciones tienden a reducir al máximo la probabilidad de cualquier evento cardiológico, no puede alcanzar el 100 por ciento”.

“Es por ello que todas aquellas personas que quieran realizar ejercicios programados deben primero tener una avaluación de aptitud al esfuerzo, ya que como lo refiere el Dr. P. Kokinos en sus trabajos de 2010 y reitera en el último trabajo presentado en agosto del 2022 en el Journal del Colegio Americano de Cardiología (JACC), la cantidad de minutos caminados en la cinta alcanzados en una ergometría (METs), es un valioso predictor del nivel del riesgo y permite prescribir con mayor precisión” agregó el Deportólogo.

“Otro trabajo, también publicado en la revista del Colegio Americano de Cardiología[3], mostró que ‘la probabilidad de enfermedad cardiovascular y el riesgo de mortalidad cardiovascular en todo el espectro de edades con inclusión de septuagenarios y octogenarios, hombres, mujeres y todas las razas, disminuye con el ejercicio físico, ayuda a controlar los factores de riesgo tanto en la población sana como enferma´ y en el mismo estudio ´no se observó un aumento del riesgo con la aptitud física extrema, por lo que no estar en forma conlleva un mayor riesgo que cualquiera de los factores de riesgo cardíaco examinados’”, concluyó Franchella.

 Por otro lado, el consenso de expertos advierte que la actividad física realizada de manera muy intensa, y en personas sin entrenamiento previo, es decir  actividad física de fin de semana, aumenta el riesgo de desencadenar un infarto de miocardio o muerte súbita, sobre todo en aquellas personas que presentan enfermedad aterosclerótica coronaria, aunque este riesgo es muy bajo y es menor en aquellas personas con entrenamiento regular, ya que el mecanismo puede deberse a la ruptura de placas ateroscleróticas asociadas a la actividad física intensa.

“Por eso es estrictamente recomendable concurrir a hacer ejercicio a lugares donde existan desfibriladores externos automáticos (DEA) y gente preparada para hacer RCP y manejar este tipo de equipos. Porque si se logra actuar dentro de los primeros 3’ de producido el episodio, esa persona tendrá el 80% de posibilidades de llegar con vida al hospital”, sostuvo Pérez.

En relación al tipo de ejercicio a realizar, la respuesta de la SAC es que cualquiera es beneficioso para la salud: el problema es la inactividad física, por lo que lo importante es reducir el tiempo de inactividad más que el tipo de actividad física a realizar y las recomendaciones actuales se encuentran enfocadas en reducir el sedentarismo, a mayor tiempo de inactividad física, mayor es la probabilidad de presentar enfermedades cardiovasculares.

Sin embargo, dentro de las recomendaciones generales, se debe tratar de combinar dos tipos de ejercicio físico: el aeróbico como caminar, andar en bicicleta, correr o nadar) y el de fuerza muscular, este último con fuerte evidencia a favor de la reducción de eventos cardiovasculares.

“Cuanta mayor sea la cantidad de actividad física, superior será el beneficio para nuestro corazón y arterias, sin embargo, se ha observado que a medida que se incrementa la duración e intensidad, el beneficio comienza a ser menor”, destacó Pérez.

“Aquellas personas con alto nivel de entrenamiento (duración y/o intensidad) presentan signos en el corazón que denominamos ‘mal adaptativos’, como calcificaciones, agrandamiento del músculo o fibrosis, pero estos signos no se han traducido en mayor riesgo de presentar enfermedades cardiovasculares”, aclaró.

“Es vigente la consigna ‘Más no es mejor’ del Dr. Paul Thompson, ya que Ejercicios y Deportes realizados en Alta Intensidad durante meses o años, demostraron que repercuten negativamente en la estructura cardiovascular”, insistió Franchella.

“En resumen, la práctica regular de actividad física es una de las estrategias más eficaces y con mayor evidencia en la prevención de las enfermedades cardiovasculares; ninguna intervención terapéutica brinda tantos beneficios. No obstante, es importante que, previo al inicio de un plan de ejercicio físico, se realice una evaluación cardiovascular a cargo de un médico especialista”, subrayó Pérez.

“En aquellos casos en que la persona haya tenido un problema cardiovascular, seguramente su médico de cabecera recetará la medicación que corresponda y no se olvidará de recomendar la realización de ejercicio, que aporta tantos o más beneficios que cualquier medicación. Quedará bajo la responsabilidad del paciente, entonces, el cumplimiento de ambas indicaciones: medicación más ejercicio físico”, concluyó Fitz Maurice.

Acerca de la SAC: fundada el 9 de abril de 1937 y desde entonces, ha sido presidida por los más eminentes médicos de la especialidad con el desarrollo de numerosos trabajos y comunicaciones brindando conocimiento científico al mundo entero.

Cuenta con más de 6.500 miembros incorporados en las siguientes categorías: titulares, activos, adherentes, adscriptos, correspondientes nacionales, correspondientes extranjeros, honorarios, vitalicios, benefactores y asistentes. Posee 25 Consejos Científicos que representan a cada una de las subespecialidades y 35 Distritos Regionales distribuidos a lo largo del país y organiza Simposios, Jornadas, Reuniones Científicas y Encuentros nacionales, internacionales y regionales.

Asimismo, dicta la Carrera de Médico Especialista en Cardiología y de Técnico en Prácticas Cardiológicas, gracias a un convenio con la Universidad de Buenos Aires (UBA), y otorga la Certificación y Recertificación de Médico Especialista en Cardiología SAC y Especialista en Cardiología Pediátrica.

Nomyc-6-4-23

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