Cerca de la mitad de las demencias se pueden prevenir o retrasar controlando los factores de riesgo

Más de 300 mil argentinos presentan la enfermedad de Alzheimer una condición médica progresiva e incapacitante y para la que la medicina todavía no cuenta con tratamientos curativos. Un reporte reciente publicado en The Lancet1 destaca los beneficios de abordar 14 factores de riesgo modificables, como la hipertensión arterial, hipercolesterolemia, obesidad, tabaquismo, consumo excesivo de alcohol, golpes en la cabeza, poco contacto social, pérdida visual y sedentarismo, entre otros

Buenos Aires-(Nomyc)-En el marco del Día Mundial del Alzheimer, que se conmemoró este sábado, los especialistas recomendaron atender al control de los factores de riesgo que pueden predisponer al desarrollo de esta enfermedad y de otros tipos de demencias, y destacaron la importancia de hacerlo desde edades tempranas con intervenciones no farmacológicas vinculadas a la alimentación, a la actividad física y a un estilo de vida saludable.

El Alzheimer representa entre un 60 y un 70 por ciento del total de casos de demencia y en el mundo, más de 44 millones de personas viven con demencia, lo que la convierte en una crisis de salud global y, cada año, se diagnostican a nivel mundial cerca de 10 millones de nuevos casos de demencia3.

“En Argentina, el Alzheimer afecta a cerca de 300 mil personas y es la quinta causa de muerte3. Los trastornos cognitivos, el Alzheimer y las demencias en general son trastornos multifactoriales que requieren un abordaje multidisciplinario”, sostuvo Janus Kremer, neurólogo y Director del Instituto Kremer de Neuropsiquiatría de Córdoba.

Aunque aún no se conoce en profundidad los mecanismos que intervienen en su desarrollo, se han identificado algunos factores de riesgo de Alzheimer que son no modificables, como edad avanzada, antecedentes familiares de Alzheimer, predisposición genética y la presencia de deterioro cognitivo leve3.

Por otro lado, múltiples revisiones de la bibliografía y diversos metaanálisis permitieron determinar, tal como publicó The Lancet, que existen 14 factores -comunes a todas las demencias- que sí son modificables1:

Hipertensión arterial, Diabetes, Obesidad, Tabaquismo, Consumo excesivo de alcohol, Inactividad física, Pérdida auditiva, Pérdida visual, Aislamiento social, Depresión, Bajo nivel educativo, Golpes en la cabeza, Contaminación ambiental u Aumento del colesterol LDL

“La mejor estrategia para prevenir el desarrollo de la enfermedad de Alzheimer es mantener una calidad de vida saludable desde la edad más temprana posible, y ello incluye conductas relacionadas con mayor actividad física, participar en reuniones sociales y realizar actividades que estimulan el cerebro, adoptar patrones de alimentación saludable, mantener un peso corporal adecuado, no fumar y moderar la ingesta de alcohol, visitar al médico periódicamente (siendo el control oftalmológico una intervención preventiva que hasta hace poco no era tenida en cuenta) y tomar en tiempo y forma los medicamentos que este indique”, describió María Cecilia Fernández, médica neuróloga, Jefa de la Sección Trastornos de Memoria y Conducta del Hospital Italiano de Buenos Aires.

Entre las intervenciones relacionadas con la alimentación, se destaca la adopción de una dieta que incluya pescados y otros frutos de mar, carnes blancas, aceite de oliva, vegetales y frutas frescas y lácteos. Hay estudios que mostraron que la dieta mediterránea, específicamente, se asocia con una reducción de hasta un 40% en el riesgo de desarrollar deterioro cognitivo y Alzheimer.[3]

“Esta estrategia de alimentación equilibrada, variada y nutritiva contribuye a mantener un peso corporal adecuado y a prevenir un sinnúmero de enfermedades, como las cardiovasculares y las demencias, sobre todo si se implementa tempranamente, en los estadios iniciales o incluso antes del desarrollo de la enfermedad. De todos modos, nunca es tarde para mejorar el estilo de vida”, agregó Janus Kremer.

En el marco de las intervenciones no farmacológicas, la incorporación de un suplemento nutricional que incluye omega 3, colina, uridin monofosfato, vitaminas del grupo B, C, E y selenio -que demostró científicamente mejorar las sinapsis (conexiones neuronales)- puede contribuir a prevenir o demorar la progresión de condiciones relacionadas con el deterioro cognitivo y las demencias.

“Las medidas incluidas en este esquema de recomendaciones deben ser implementadas lo antes posible -cuanto antes, mejor- y sostenerse en el tiempo. Deben iniciarse idealmente antes de comenzar a manifestar síntomas de deterioro. Pueden ser sumamente útiles para contribuir a mejorar la salud y la calidad de vida”, sostuvo Fernández, quien también es Jefa de Neurología Cognitiva del Hospital Italiano.

Ambos especialistas coincidieron en que, establecidos con claridad los factores de riesgo de desarrollar demencia, “la clave pasa a estar en identificar pacientes de riesgo y tomar las medidas necesarias preventivamente. En este aspecto, es necesario que los médicos clínicos, cardiólogos, ginecólogos, gerontólogos y otras especialidades tengan una mirada holística, integral, de la salud de sus pacientes y puedan considerar esta problemática antes de su aparición, además de advertir tempranamente cualquier tipo de deterioro cognitivo leve, para realizar una derivación oportuna al especialista en neurología”.

Existen determinados cambios sutiles que puedan estar reflejando un cuadro de deterioro cognitivo leve, que va más allá del envejecimiento saludable y que podría evolucionar en el tiempo hacia una demencia: signos como dificultad para expresar palabras, olvidos de cosas o de asistir a determinados acontecimientos.[4]

“Aunque cada caso es individual y el abordaje debe tratarse en forma personalizada en el consultorio -en líneas generales- como parte del tratamiento, además de las conductas tendientes a modificar los factores de riesgo, recomendamos algunas acciones puntuales como llevar una vida activa, sostener las actividades que representen placer, buscar nuevas formas de mantener la mente activa y pasar más tiempo con amigos y familiares”, concluyeron Fernández y Kremer.

Datos de la enfermedad en el país y desafíos del manejo del paciente con ACV:

·       Cada año se producen 12,2 millones de ACV en todo el mundo, causando unas 6,5 millones de muertes y dejando a muchos más con discapacidad neurológica permanente. Se estima que 100 millones de personas viven con secuelas tras haber atravesado un ACV, representando una enorme carga personal, familiar, laboral y de costos en salud.

·       En ACV es una patología de gran impacto debido a que es la segunda causa de muerte a nivel global y la primera causa de discapacidad en adultos.

·       Por año, se estiman 12,2 millones de incidentes de ACV y 6,5 millones de muertes por esta causa. Además, según esa misma fuente, entre 1990 y 2019 la incidencia de nuevos casos de ACV aumentó en un 70 por ciento, la prevalencia en un 85 por ciento, y la mortalidad por ACV un 43 por ciento, debido principalmente al envejecimiento de la población.

·        Según datos de la Organización Mundial de ACV, se estima que 100 millones de personas en el mundo viven con secuelas como consecuencia de haber padecido un ACV en algún momento.

·       El ACV es una enfermedad tiempo-dependiente, que requiere de una atención inmediata y coordinada entre el sistema prehospitalario, de urgencia, el sistema hospitalario y todos los eslabones intermedios de esa cadena, por lo que todas las partes involucradas deben trabajar en forma articulada para que el paciente reciba el tratamiento adecuado en forma oportuna.

·       Además, es importante que la atención se realice en un centro de salud preparado para atender pacientes con ACV. Desde el inicio de los síntomas, el paciente cuenta con 4,5 horas para recibir un tratamiento que le permita superar el episodio y evitar las secuelas -muchas veces permanentes- o incluso la muerte.

·       La Organización Mundial de ACV estableció cuáles son las intervenciones que se deben garantizar por parte de los servicios de salud durante el proceso de atención del paciente que atraviesa un ACV, desde el inicio de los síntomas hasta su alta. No obstante, el impacto final en la salud de los pacientes dependerá en gran parte de que los servicios de salud adhieran o adopten estas intervenciones.

·       Contar con protocolos y políticas públicas específicas para el tratamiento del ACV permite articular y ordenar a los servicios de salud, lo que redunda en una mejora de tiempos y de adecuada atención. Esto permite coordinar de forma más eficiente a los sistemas de salud públicos y privados y ganar tiempo para que los pacientes puedan recibir la atención adecuada dentro de esas 4,5 horas de ventana.

·       El abordaje del ACV debe ser lo más rápido posible, por eso el tiempo juega un papel fundamental, cada minuto cuenta, para lo que es importante contar con protocolos preparados que permitan restablecer la circulación sanguínea en el cerebro cuanto antes. Por cada minuto de evolución de un ACV se pierden 1,9 millones de neuronas y en total sólo tenemos 130 millones de neuronas

·       Relevancia de contar con servicios preparados para la atención del ACV, para que los pacientes puedan recibir tratamiento adecuado en el menor tiempo posible. La implementación de protocolos estandarizados es clave porque permiten reducir los tiempos hasta que el paciente recibe tratamiento y esto es fundamental porque el ACV es una enfermedad tiempo-dependiente, lo que permite, en consecuencia, reducir la mortalidad y la discapacidad.

·       Es importante crear conciencia sobre la enorme carga que significa esta enfermedad para las comunidades. Los ACV se pueden prevenir y tratar cuando se producen ya que los casos que sobreviven con secuelas se pueden rehabilitar y recuperar para una adecuada reinserción en la sociedad y “los principales factores que explican más del 90% del riesgo de una población de sufrir un ACV son tratables”.

·       Una parte fundamental para lograr el tratamiento adecuado y oportuno involucra a los pacientes y a la sociedad en su conjunto. Reconocer los síntomas de un posible ACV, ya sea en uno mismo o en otra persona, y actuar inmediatamente es clave para lograr la atención lo antes posible.

·       El ACV es una afección que se presenta de manera súbita y que provoca la pérdida de una función neurológica. La mayoría de estos se manifiestan con tres signos fácilmente identificables: asimetría en la cara (conocida como “cara chueca”), dificultad para hablar (lenguaje ininteligible) y debilidad en un lado del cuerpo (caída de un brazo al intentar levantar la mano).

·       La presencia de uno solo de estos signos de aparición repentina puede indicar una alta probabilidad de estar sufriendo un ACV. En tal caso, es crucial que el paciente sea evaluado de inmediato en un centro de salud preparado, donde debe hacerse el diagnóstico y el tratamiento lo más rápidamente posible.

Nomyc-23-9-24

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