Bullying y Ciberbullying, un problema en aumento que requiere de la intervención de todos los adultos del entorno de la víctima

Cansancio, cefalea, dolor abdominal, vómitos, alteraciones del sueño, de la conducta alimentaria, dificultades en el aprendizaje, bajo rendimiento escolar, falta de interés en actividades que el niño, niña o adolescente realizaba anteriormente, baja autoestima, cambios en el estado de ánimo, ansiedad y estrés crónico. Todos estos son  algunos de los síntomas que podrían estar indicando la presencia de una situación de bullying o ciberbullying.

Buenos Aires-(Nomyc)-Un documento sobre Bullying o acoso escolar y Ciberbullying u hostigamiento cibernético, en el que destaca que son situaciones que requieren de la intervención de las personas adultas, de manera especial de los cuidadores de los niños, niñas y adolescentes (NNA) involucrados, los docentes, los equipos de orientación escolar o de los gabinetes psicopedagógicos y el personal directivo de la institución educativa, fue elaborado y difundido por la Sociedad Argentina de Pediatría.

El trabajo, que contó también con el apoyo institucional de La Defensoría de los Derechos de las Niñas, Niños y Adolescentes (La Defe), refiere que “El bullying y el ciberbullying comprenden situaciones violentas entre pares que pueden consistir, entre otros, en conductas de hostigamiento, agresiones, intimidaciones, situaciones de burlas o indiferencia, ya sea en el ámbito escolar o en los entornos digitales”.

En la investigación se incluyen a quien al agredido, a o al agresor y a los otros pares que son testigos como observadores o alentadores -aun sin proponérselo- de esas situaciones de violencia y también incluye, a los adultos responsables del lugar donde ocurren y a los padres o cuidadores de todos los NNA involucrados. 

“Los adultos tenemos la responsabilidad de no admitir ni avalar ningún tipo de situación violenta; mientras que los pediatras podemos colaborar en la detección del bullying y acompañar y asesorar a las familias para la articulación de acciones con la escuela” afirmó Juan Pablo Mouesca, médico pediatra y psiquiatra infanto-juvenil, miembro de la Sociedad Argentina de Pediatría (SAP).

“En los casos más severos, donde se detecte riesgo para sí o gran afectación emocional o sintomática, se debe considerar la derivación con profesionales de salud mental. No es adecuado pedirle a los NNA que sufren bullying que enfrenten la situación, devuelvan la agresión o la minimicen” continuó Mouesca.

“Tratar la problemática de violencia entre pares en la escuela o en los entornos digitales como situaciones aisladas entre niños y adolescentes implica una mirada reducida, que no tiene en cuenta en profundidad los alcances de la violencia ejercida hacia la infancia y ni los componentes que conducen a estos emergentes”, se menciona en  el documento.

Cifras: según las últimas estadísticas mundiales de bullying publicadas por la ONG Bullying Sin Fronteras, en el mes de abril de 2023, los casos de bullying en todo el planeta continúan en aumento, donde 7 de cada 10 niños sufren todos los días algún tipo de acoso y ciberacoso y nuestro país ocupa el quinto lugar entre los países del mundo con mayor cantidad de casos de bullying y ciberbullying, con un reporte anual de 50.250 casos[1].

En las Prueba Aprender 2021[2], en relación a las situaciones de violencia experimentadas en las escuelas por los estudiantes de 6to grado del nivel primario, se registra que el 42,9 por ciento manifiesta que algunas o muchas veces otros estudiantes dijeron mentiras sobre ella o él;

Un 36 por ciento identifica que otros estudiantes la o lo insultaron; 32,5 por ciento señala que otros compañeros se burlaron; 29,5 por ciento informa que les dejaron de lado a propósito; 23,6 por ciento afirma que otros estudiantes le quitaron sus cosas o las rompieron;

Además, el 22,6 por ciento señala que otros estudiantes pidieron a compañeras o compañeros que no se junten con ella o él e incluso, 16,1 por ciento de los estudiantes afirma que algunas o muchas veces otros estudiantes lo agredieron físicamente y 12,6 por ciento señala que muchas o algunas veces, otros estudiantes lo amenazaron o insultaron a través de las redes sociales.

En la encuesta Rápida sobre la situación de la niñez y adolescencia 2022 (Sexta ronda) de Unicef[3] se observa que el 19% de los hogares conoce casos de bullying y/o acoso en las instituciones escolares, mientras que en el 13 por ciento de los hogares se informa que al menos uno de sus hijos o hijas fue objeto de bullying o acoso en la escuela.

La encuesta relevó, además, en junio 2022, un aumento de la exposición de los adolescentes de 13 a 17 años a situaciones de discriminación o maltrato, ciberbullying, situaciones de violencia o pornografía en las redes.

“Es importante reconocer que cualquier situación de violencia entre pares, se trate o no de bullying, requiere la intervención de los adultos para colaborar en su resolución; la detección y el tratamiento oportunos de estas situaciones nos brindan la oportunidad de enseñar nuevas formas de vincularse entre pares con respeto y empatía” explica Silvina Pedrouzo, pediatra especialista en Uso y Efectos de ls Tecnologías de Información y Comunicación en niñas, niños y adolescentes y presidente de la Sub Comisión de esta disciplina de la SAP.     

“Las niñas, niños y adolescentes que crecen en el marco de patrones de violencia pueden llegar a reproducir esos maltratos con sus pares, tanto en el ámbito escolar como en las redes”, agregó Pedrouzo.

El bullying es un fenómeno de maltrato grupal, intencional y persistente, que se repite en el tiempo de manera sistemática protagonizado por una o varias personas y dirigido hacia uno o varios compañeros.

Tiene direccionalidad e intención de daño, que puede llegar a ser progresivo, es presencial, requiere la presencia de personas físicas para que suceda, está relacionado con la discriminación, pero no son sinónimos y hay conductas discriminatorias que no necesariamente desembocan en bullying.

“El perfil de acosador suele ser detectable: suele ser violento, responde mal a las consignas de los adultos, es un alumno con problemas en la escuela y su rendimiento escolar es bajo y de igual manera puede no ser detectado por la escuela y pasar desapercibido”, explicó Mouesca.

De manera paralela, en los entornos de la virtualidad, las infancias y adolescencias encuentran espacios donde pueden expresarse, vincularse, crear su identidad y ocupar grupos de pertenencia, de manera general, lejos de la mirada del adulto y en estos espacios, el maltrato también puede encontrar su lugar de expresión y convertirse en entornos de reproducción de agresiones y otras situaciones de violencia entre pares.

“Llamamos ciberbullying a estas formas de agresiones sostenidas, reiteradas de manera sistemática e intencional hacia un niño o niña o adolescente, por parte de uno o más pares en los entornos digitales”, explicó Silvina Pedrouzo.

“En los casos de ciberbullying, los NNA por lo general están en permanente contacto con los dispositivos electrónicos para mantenerse al día sobre las publicaciones que hacen sobre ellos en las redes sociales y otros medios. Es habitual que se aíslen para visualizar los mensajes”, se lee  en el documento de la SAP.

Las víctimas: es usual el ocultamiento de lo que están sufriendo, por vergüenza o miedo, y que las personas adultas cercanas tampoco noten la situación y aunque cualquier NNA puede ser el blanco de estas agresiones, es más frecuente que sean agredidas las personas con alguna discapacidad o aquellas que tienen alguna característica física en particular o racial o que se diferencian por otros motivos como el rendimiento deportivo o académico, nivel socioeconómico, creencias políticas o religiosas, etnias, identidad de género u orientación sexual.

“Entre otros síntomas, se destacan situaciones de cansancio, cefalea, dolor abdominal y vómitos que pueden darse el domingo por la noche, al despertar o previos al ingreso a la escuela en los casos de acoso escolar, donde el NNA suele manifestarse en contra de asistir a clase” señala Pedrouzo.

“También alteraciones del sueño, en la conducta alimentaria, dificultades en el aprendizaje, bajo rendimiento escolar, falta de interés en actividades que realizaba anteriormente, baja autoestima, cambios en el estado de ánimo y ansiedad” continúa la especialista.

En los casos más graves, aparecen síntomas de aislamiento, depresión, ideas de muerte e intentos de suicidio”, describieron ambos colegas y según Pedrouzo “en los casos de ciberbullying están en permanente estado de alerta en contacto con sus dispositivos, para chequear constantemente las publicaciones que hacen sobre ellos en las redes sociales y otros medios”.

“Tanto el bullying como el ciberbullying producen estrés crónico, suelen asociarse al secreto y al sentimiento de impotencia para resolver la situación. Los adultos cuidadores no suelen enterarse del padecimiento y el maltrato sufrido por las víctimas”, describe el documento de la SAP.

El agresor: este tipo de situaciones también traen aparejadas consecuencias para el agresor, que de manera frecuente puede presentar dificultades en la vincularidad, trastornos del control de los impulsos, falta de empatía, conductas antisociales o delictivas, dificultades de aprendizaje y fracaso escolar. 

De manera paralela, los testigos observadores aprenden a naturalizar las situaciones de violencia, adoptar conductas imitativas agresivas e incorporar estrategias de sumisión para evitar ser vulnerados, ya que el miedo a ser ellos quienes sufran bullying puede generar cambios en su conducta habitual.

Es necesario la intervención con todos los involucrados: los Niñas Niños y Adolescentes (NNA) que ejercen violencia, los que la padecen, los que están expuestos y participan de manera pasiva o activa, los docentes, los otros referentes escolares, los padres y cuidadores de los NNA, entre otros ya que para lograr cambios persistentes en la convivencia escolar se requiere una intervención integral, señaló el trabajo de la SAP.

Recursos complementarios

●      Hay una ley vigente para disminuir las situaciones violentas en la escuela y mejorar la convivencia (Ley 26.892 de Promoción de la Convivencia y el Abordaje de la Conflictividad Social en las Instituciones Educativas -2013-).

●      Existe un número telefónico para comunicarse de lunes a viernes de 8 a 20 hs, línea de Convivencia escolar, 0800-222-1197 (convivencia@educacion.gob.ar).

●      El Ministerio de Educación de la Nación ofrece una guía con recursos para la intervención escolar (https://www.educ.ar/recursos/158330/convivencia-escolar)

●      La línea 102 es un servicio telefónico gratuito y confidencial que brinda un espacio de escucha, contención y orientación. También realiza intervenciones de manera conjunta con otros organismos del estado ante la vulneración de derechos.

Bullying y Ciberbullying

●      Bullying y ciberbullying son manifestaciones emergentes de la violencia ejercida hacia niños, niñas y adolescentes.

●      El bullying implica agresiones persistentes, intencionadas, dirigidas a uno o unos pares en entornos grupales como la escuela.

●      El ciberbullying ocurre en entornos digitales y se manifiesta a través de mensajes ofensivos y humillantes. También con el vacío o la exclusión intencionada.

●      Ambos pueden tener graves consecuencias a corto y largo plazo, incluyendo problemas de salud mental.

●      La intervención de los adultos es crucial para abordar estas situaciones.

●      Existen recursos y leyes para prevenir y enfrentar el bullying y el ciberbullying.

●      Es importante crear un entorno seguro y respetuoso para los niños y adolescentes en todos los ámbitos.

Para mayor información, por favor contactar nuestro sitio web www.sap.org.ar

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