Sentirse enfermo sin enfermedad

Sentirse enfermo sin enfermedad es la patologia más prevalente de nuestro tiempo y es casi tan frecuente como el caso contrario: negar la enfermedad que realmente se tiene

Buenos Aires-(Nomyc)-Ambos fenómenos tienen algo en común: en el primer caso la persona construye y le construyen teorías acerca de su malestar, mientras que en el segundo caso el individuo disimula o niega las evidencias de su malestar y deconstruye teorías sobre su salud.

En realidad en el cerebro hay tres cerebros, de acuerdo con las edades evolutivas del hombre: uno humano, otro mamífero y otro reptiliano y lo curioso es que el cerebro involucrado en el “sentirse enfermo sin enfermedad” es el cerebro reptiliano, mientras que el cerebro implicado en “sentirse bien en presencia de enfermedad” es el cerebro humano.

Es por eso que a esta segunda estrategia se la conoce con el nombre de negación de enfermedad a la que se considera un fenómeno mental, es decir psicológico, destinado a evitar el estigma, proteger la autoestima o,-según otros, una simple  incapacidad para autoevaluarse o anosognosia.

En este post hay un chequeo de las razones por las que las personas inventan salud  donde hay en realidad enfermedad.

Yo no estoy muy seguro de que la negación de enfermedad sea un fenómeno mental puro,  pero creo que la conducta de “sertirse enfermo sin enfermedad” es un automatismo  diseñado por la evolución para ahorrar costes energéticos en situaciones de desventaja.

Asi, desde el punto de vista de nuestro cerebro profundo sentirse enfermo, desanimado o deprimido es la misma cosa que sentirse dolorido, sin motivación, apático o fatigado.

En nuestro cerebro reptiliano existen, al menos, dos programas relacionados con esta cuestión, impresos en nuestro tronco cerebral: lucha y huye o fight or flight y congelación o freezing .

En el “fight or flight” las órdenes que recibe nuestro organismo van a ser el mismo paquete de medidas, tanto si huimos como si luchamos, en realidad la selección de una conducta u otra es un proceso cognitivo, basado en la decisión probabilistica, bien distinto a la cascada metabólica, neuronal y inmune que provoca el disparo del programa en sí.

De manera concreta el programa “freezing” es el que está relacionado con este “sentirse enfermo sin enfermedad” ya que el cerebro da la orden y pone en marcha una especie de congelación de todo el organismo en espera de mejores tiempos, algo asi como “estar quieto” y “guardar energías”.

Es el programa que se activa, por ejemplo, en la fibromialgia, en la fatiga crónica, en el dolor neuropático y en la depresión, en este post hay una explicación relevante de la secuencia de procesos que se ponen en marcha hasta constituir un bucle diabólico que tiende a perpetuar el dolor o la depresión o las dos cosas a la vez.

Mas allá de esto, esta orden la da el cerebro reptiliano y ahí no hay psicología sino simple y pura supervivencia, ya que un cerebro muy tosco que opera según las leyes del todo y la nada y no tiene modos medios de acción.

El tronco cerebral hace lo suyo y no se sienta a deliberar con sus compañeros: el sistema limbico y la corteza cerebral es un simple ejecutor de órdenes, no es un gestor ni un administrador, es algo así como el brazo armado del cerebro, que se ocupa de la neurodefensa.

Cuando pone en marcha el programa “Sentirse Mal sin Enfermedad”, manda al organismo un paquete de órdenes de las que no necesariamente el resto del cerebro tiene noticia.

En realidad el individuo no sabe porque se siente mal, no hay ninguna razón psicológica, simplemente el Yo, el organismo siente las consecuencias del dolor o de la fatiga pero no encuentra razones o amenazas externas o internas que lo justifiquen.

El programa se encendió espontáneamente, como esas alarmas caras e inteligentes de las que hablé en este post.

El programa no se encendió espontáneamente sino sin razón, un programa de estas características no se enciende solo, hace falta algún dispositivo que lo ponga en marcha, una llave.

Y esa llave no siempre es un acontecimiento detectable o identificable, en ocasiones responde a una evaluación exagerada de un peligro o de una amenaza a un suceso simulado.

El detector de amenazas de nuestro cerebro está en nuestra parte mamifera, en el sistema limbico, de manera más concreta en la amígdala cerebral. Una estructura que pertenece al sistema de radares y detectores de peligros del neuroministerio de defensa cerebral.

La amigdala es un órgano, en realidad  una red neuronal, mucho más sutil que el tronco cerebral ya que valora entonaciones en los sonidos, evalúa las caras de las personas, adelanta hipótesis sobre intenciones ajenas, mapea la realidad interna en busca de fugas y el entorno en busca de amenazas pero sigue siendo afásica porque las emociones no precisan de etiquetas, están ahí solo para mostrarse  y no para nombrarse, así la amígdala procesa el miedo y la rabia, adelanta la percepción de daños y señala su desconfianza cuando encuentra algo que no sabe interpretar, usualmente lo nuevo es para la amígdala peligroso.

Amígdala y tronco cerebral juntos, sin embargo, no son alarmas inteligentes, funcionan de una manera analógica, por aproximación, lo que hace realmente inteligente a nuestro sistema de alarmas neurobiológicas es la corteza cerebral, es decir nuestro cerebro moderno.

Una vez conectada la amígdala a nuestra corteza tenemos una red de mando inteligente, todo un gobierno, ejercito y administración pasan a depender del poder civil, del parlamento de las ideas, del ejecutivo y del legislativo, como en una democracia formal.

Mas allá de esto hay una serie de contradicciones y una de ellas es que el parlamento no siempre detecta las necesidades de los ciudadanos y muchas veces viven de espaldas a ellas.

En realidad son la prensa y los medios de comunicación, por decirlo de alguna manera, los que se encargan de interpretar las necesidades del pueblo y el resultado es que en ocasiones los medios trabajan en su propio beneficio e identifican sus intereses con los intereses de los ciudadanos.

Asi sucede precisamente con nuestro cerebro ya que aquellas conexiones de la amígdala con la corteza cerebral tiene consecuencias en el gobierno del organismo entero porque ahora nuestro cerebro ya no va a reaccionar sólo cuando sienta una amenaza real sino que además de eso va a depender de la construcción simbólica que procede de nuestro módulo cerebral humano, de  nuestra corteza frontal.

La orden de “lucha o huye” o “congélate” puede llegar a producirse sin amenaza real sino a través de una prospeccion de amenazas, carestias y privaciones. Nuestro cerebro barre la realidad continuamente tratando de  valorar costes y perjuicios y desde ese momento ya no es una alarma tosca y antigua que salta cuando detecta merodeadores sino una alarma de tercera generación que interpreta y adelanta significados, algo que deja al cerebro necesitado de otra conceptualización, me refiero a la mente.

Algunas personas ponen en marcha el programa freezing si su cerebro cree que vienen malos tiempos o que es mejor quedarse en cama hasta que pase la tormenta.

Este quedarse en la cama, la quietud inducida por ese programa ancestral que hemos llamado “congelación” es una estrategia diseñada por la evolución para ahorrar costes energéticos destinados al fracaso o al despilfarro y es por eso que algunas personas lo ponen en marcha ante una evaluación de costes excesivos.

Y se ponen cuasienfermos.

Aunque no es detectable enfermedad alguna.

Lo cual encierra además otro dilema, éste: ¿si no tengo ninguna enfermedad por qué me siento enfermo?

La mayor parte de la gente y la mayor parte de los médicos entienden que sucede por razones psicológicas. Pero decirle a alguien que está enfermo por razones psicológicas es lo mismo que decirle que está enfermo por su culpa porque la mayor parte de la gente identifican psicológico con voluntario, es por eso que prefiero llamar a estos fenómenos “psíquicos” pero no psicológicos tal y como expliqué en este link.

No es de extrañar que la mayor parte de la gente rechace esta explicación, que entre otras cosas es falsa, pues lo psiquico no equivale linealmente a lo psicológico. Las personas que se sienten enfermas sin enfermedad no tienen más problemas psciológicos que usted o yo. Su “avería” no es psicológica sino una avería de las alarmas que se encuentran mal reguladas, naturalmente determinadas personalidades son más alarmistas que otras.

Lo paradójico de toda esta serie de argumentos es que aunque la causalidad de “sentirse enfermo” no es psicológica, no hay más remedio que acudir a la psicologia si queremos penetrar en el disco duro de las alarmas y cambiar su sensibilidad.

A través de la mente, es decir construyendo una relación con significado.

Es desde ahi, implicando al significado, como podemos entrar en la sección de alarmas y desactivar algunas y regular otras, enseñando a los pacientes a graduarse ellos mismos sus propias alarmas.

Y recordando siempre que el cerebro es un simulador de acciones, pero no un simulador cualquiera de acciones sino un simulador de acciones intencionales.

El cerebro construye todo el tiempo simulacros de amenazas, de placer y de aversiones y a veces engaña al organismo entero pues esa es su función: simular una realidad aun virtual.

Y es la mente consciente la puerta de entrada que nos permite mejorar a los que se sienten enfermos sin estarlo.

Del mismo modo que aprendimos a convencer a los negadores a aceptar sus enfermedades reales.

El cerebro construye todo el tiempo simulacros de amenazas, de placer y de aversiones y a veces engaña al organismo entero pues esa es su función: simular una realidad aun virtual.

Y es la mente consciente la puerta de entrada que nos permite mejorar a los que se sienten enfermos sin estarlo.

Del mismo modo que aprendimos a convencer a los negadores a aceptar sus enfermedades reales.                                                                     Nomyc-23-9-16

 

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