Se realizó la primera cirugía fetal de espina bífida sin incisiones del país

Operaron la espalda de un bebé de poco más de 30 centímetros dentro del útero materno por orificios para reparar una malformación de la columna y la médula durante la gestación

Buenos Aires-(Nomyc)-La primera cirugía fetal mini-invasiva para la corrección de Espina Bífida (EB) en nuestro país, técnica fetoscópica que tiene los mismos beneficios para el feto que la cirugía a cielo abierto, es decir el tratamiento intrauterino de la hidrocefalia y la parálisis, genera menos riesgo para el útero materno, se realizó en el Hospital Universitario Austral (HUA) como parte del Programa de Cirugía Fetal del HUA que ofrece cirugía fetal a cielo abierto, es decir mediante una incisión en el útero materno a través de la cual se opera al feto, desde el año 2015 y es el centro con mayor experiencia en Argentina en este tipo de intervenciones, con 40 pacientes y con resultados excelentes ya que pla paciente evolucionó de manera muy favorable.

En 2011 se publicó el estudio MOMS, que demostró que la cirugía fetal de EB era capaz de reducir a la mitad la necesidad de tener que colocar una válvula de derivación después del nacimiento para el tratamiento de la hidrocefalia y duplicaba la probabilidad de que estos pacientes, que suelen sufrir distintos grados de parálisis en los miembros inferiores, puedan caminar sin necesidad de órtesis, aunque
para operar al feto es necesario abrir el útero materno, lo cual se asocia a un pequeño riesgo de dehiscencia o apertura de la cicatriz uterina durante el embarazo de la cirugía y los siguientes.

La técnica mini-invasiva, que en la actualidad se realiza en menos de 20 centros a nivel mundial, utiliza tres pequeños orificios en vez de una incisión, a través de las cuales se introduce una pequeña cámara e instrumentos quirúrgicos con los que se realiza la cirugía en la espalda del feto, luego de haber insuflado dióxido de carbono dentro de la cavidad uterina.

“Nuestro equipo venía trabajando en modelos animales y de simulación en esta técnica, con la colaboración de José Luis Peiró, médico del Hospital de Niños de Cincinnati, quienes desarrollaron la técnica”, señaló el jefe de Cirugía Infantil y Co-Director del Programa de Cirugía Fetal, Daniel Russo sobre la intervención qurúrgica que se realizó a principios de agosto.

“Esta nueva técnica, aplicable para casos bien seleccionados, es menos agresiva para la embarazada y previene el riesgo de dehiscencia uterina ya que no deja cicatriz, por los que además permite que la paciente tenga un parto vaginal en vez de una cesárea programada, como es necesaria en la cirugía a cielo abierto”, agregó el jefe de Unidad de Medicina Fetal, del Departamento Materno Infantil, y Presidente de la Sociedad Argentina de Diagnóstico Prenatal y Tratamiento (SADIPT), Adolfo Etchegaray.

La paciente y su bebe evolucionan favorable y fue dada de alta, continuando con controles semanales con el equipo materno infantil del Hospital. 

Más experimentado: el equipo del HUA es el que más experiencia tiene en el país en cirugía fetal abierta, con una incisión en el útero, de EB, de acuerdo con los casos documentados y es el primero en avanzar a la aplicación de la técnica fetoscópica para su tratamiento en una ventana de éxito terapéutico que va entre las semanas 24 y 27 del embarazo.

El equipo médico que hizo la primera fetoscopía de EB en el país estuvo compuesto por Fernando Palma, Adolfo Etchegaray, José Luis Peiró, del Hospital de Niños de Cincinnati, EE.UU. y Daniel Russo.

En mayo pasado, un equipo del Hospital del King´s College de Londres también anunció su primera operación intrauterina de EB con este nuevo enfoque correctivo.

“Comprobamos que los bebés toleran muy buen la cirugía tanto con la técnica abierta como con la festoscopía, al día siguiente, se mueven mucho y por eso, las pacientes permanecen cinco días internadas” contó Etchegaray y agregó que “nuestro principal enemigo es el parto prematuro,  la madre recibe medicamentos para evitar complicaciones y luego del alta, continúa con controles regulares, pero con esta cirugía menos invasiva, la recuperación es más rápida”.

Según el Registro Nacional de Anomalías Congénitas, en el país nacen unos 400 bebés con este defecto del tubo neural, la estructura del embrión que se convertirá en el cerebro y la médula espinal y cuando falla su cierre a las cuatro semanas de embarazo, comienza una sucesión de daños, por lo que su detección temprana permite intervenir para poder preservar las funciones normales del bebé.

“En el 80 por ciento de los chicos que nacen con EB –explicó Etchegaray– es necesario colocar una válvula en el cerebro para descomprimirlo, un procedimiento que, en el tiempo, tiene complicaciones a largo plazo”.

Paso a paso: Hortensia es de Tucumán, está en su sexto embarazo y el ecografista que la atendía detectó a las 20 semanas de gestación una lesión en la espalda del bebé, por lo que la orientó con el grupo de Etchegaray y Russo.

“Iba a tener una cirugía a cielo abierto, con dos cortes, en la panza y el útero y cuando los médicos vieron la lesión de Jorgito, nos dieron a mí y mi esposo la posibilidad de optar por la fetoscopía y la verdad, es que nos fue espectacular, aunque no sabíamos que existía esto en el mundo: que se opera a bebés dentro de la panza”, comentó Hortensia.

En el hospital ubicado en la localidad bonaerense de Derqui, Pilar, se le explicó que el bebé recibe la anestesia general que se le aplica a la madre a través de la placenta, junto con un coctel anestésico para evitar que sienta dolor y se mueva durante el procedimiento, además de mantener protegido su corazón.

Luego, se hace una incisión en el abdomen materno para abrir la pared abdominal y dejar expuesto al útero, se mapea la placenta y se ubica al bebé de espalda hacia el equipo de trabajo, integrado por un cirujano fetal, un cirujano maternofetal y un neurocirujano.

Luego, por tres orificios de no más de un centímetro, se introduce una cámara para observar la lesión y los instrumentos quirúrgicos, se insufla dióxido de carbono húmedo y tibio en la cavidad uterina para facilitar el trabajo, que consiste en disecar la lesión, colocar un parche para impermeabilizar la lesión del entorno líquido y cerrar la piel.

A continuación, se elimina el gas de la cavidad uterina y se repone el líquido amniótico con un suero tibio hasta que el bebé reponga la cantidad que necesite hasta completar la gestación y por último, se cierra la pared abdominal materna.

El equipo del HUA se entrenó en esta nueva técnica con simuladores y la colaboración del Dr José Luis Peiró, experto en cirugía fetal del Hospital de Niños de Cincinnati que desarrolló está técnica, según comentó Russo, jefe de Cirugía Infantil y codirector del Programa de Cirugía Fetal del HUA e incluso Peiró viajó al país para participar de esta primera fetoscopía.

Más allá del diagnóstico tardío, posterior a las 27 semanas de gestación, esta intervención no está aconsejada cuando se trata de embarazos dobles, de alto riesgo de parto prematuro o si la madre es hipertensa, tiene diabetes mal controlada o una infección que pudiera transmitirle al bebé y también se desaconseja cuando el bebé padece de una condición genética grave, una malformación cardíaca o la espina bífida afecta una gran cantidad de vértebras.

“De manera afortunada, son muy pocos los casos que quedan excluidos de la chance quirúrgica”, dijo Etchegaray.

Resultados superiores: los resultados obtenidos por el equipo argentino en los 40 casos tratados con cirugía a cielo abierto y la fetoscopía del mes pasado superan a los del estudio conocido como MOMS, de 2011: siete años de datos revelaron que la cirugía fetal de EB reduce a la mitad la necesidad de colocar al recién nacido una válvula de derivación en el cerebro para tratar la hidrocefalia, además de duplicar la probabilidad de que esos pacientes, con diferentes grados de parálisis en las piernas, puedan caminar a los 2,5 años sin prótesis.

“Para operar al feto es necesario abrir el útero materno, lo que está asociado con un aumento del 10 por ciento del riesgo de que se abra la cicatriz uterina durante el embarazo en el que se hizo la cirugía fetal y los siguientes” detalló Etchegaray.

“Pero nosotros obtuvimos mejores resultados que el MOMS: sólo el 25 por ciento de los bebés que operamos durante el embarazo necesitan el implante de una válvula de derivación, comparado con el 40 por ciento en el estudio, y la evolución de la movilidad que documentamos nunca se había observado y nunca hemos tenido una dehiscencia de la cicatriz uterina” agregó Etchegaray.

“Jorgito no para de moverse”, contó su madre y agregó que “se mueve un montón y para todos lados, nunca tuve una cesárea y ves que tenéis una cicatriz en la panza y un bebé que patea adentro”.

“¡No salgo del asombro! aunque sabemos con mi esposo que esta cirugía le mejorará la calidad de vida de Jorgito y dependerá de él cómo irá evolucionando, pero ya nos cuentan que, por su tipo de lesión y haberla podido tratar de manera  temprana, es muy probable que pueda hacer una vida normal”, finalizó Hortensia.

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