Los grandes buques, fábrica de rayos

Aunque es sabido que los barcos contaminan un reciente análisis de algunas rutas marítimas muy concurridas muestra ahora sus posibles efectos meteorológicos

Buenos Aires-(Nomyc)-El tráfico marítimo mundial es contaminante: según los cálculos de NABU , la Liga de Defensa de la Naturaleza, una organización ecologista alemana, solo los 15 mayores buques de contenedores del mundo emiten al año tantos contaminantes como 750 millones de coches y esto no es novedad ya que el combustible de la mayoría de los barcos es fueloil, una sustancia viscosa que no se quema completamente.

Las partículas finas que libera su combustión parece que tienen un efecto especialísimo en las condiciones meteorológicas, según un estudio de Joel Thornton, de la Universidad de Washington en Seattle, y sus olaboradores, publicado en Geophysical Research Letters: esa suciedad podría ser la causa de que sobre muchas rutas marítimas concurridas el número de rayos crezca de manera notable.

Los geofísicos investigaron dos rutas principales, una que va de Sri Lanka al estrecho de Malaca y la otra de Singapur a Vietnam, y las compararon con regiones del océano similares, que solo están a unos cientos de kilómetros de diferencia y sobre las rutas cae el doble de rayos que fuera de ellas.

Esto no se debe, solo, a que sobre la hasta cierto punto lisa superficie del mar los colosos de acero desencadenen las descargas eléctricas, pues la franja en la que la abundancia de los relámpagos crece es claramente más ancha que la ruta misma y el responsable de esa frecuencia de las descargas, según estos investigadores, sería la contaminación emitida por las chimeneas.

El negro de carbón que desprenden y otras partículas hacen de núcleos de condensación en la atmósfera sobre los que se acumula el vapor de agua y las gotitas que se crean así son, sin embargo, más pequeñas que los aerosoles de procedencia natural, como el polvo de los desiertos o el polen y ascienden hasta una altura considerablemente mayor en la atmósfera. En capas más altas se congelan y hay fricción entre ellas, y así se producen cargas eléctricas que se descargan en forma de rayos.

En cambio, otros datos meteorológicos muestran que esta mayor frecuencia de los rayos no va acompañada por precipitaciones más abundantes: la polución, por lo tanto y por desgracia, no se lava tan deprisa como quizá se podría esperar.                                                           Nomyc-21-9-17

 

 

 

« Volver